viernes, 26 de septiembre de 2014

UN CURSO DE AMOR ,CAPITULO 10 : USO Y COMPRENSION

Capítulo 10. Uso y comprensión

Has llegado a una puerta, has cruzado un umbral. Lo que tu mente todavía niega, no lo niega tu corazón. Un pequeño destello de memoria se ha filtrado hasta ti y no te abandonará en el caos que prefieres. -
 
10.1 En primer lugar, consideremos qué es lo que el cuerpo quiere usar. Aunque te sientes esclavo de él y bajo el yugo de su control, ¿qué podría controlar? ¿Cómo podría impulsarte a hacer cosas que no eliges hacer? Aprende bien esta lección, pues en ella reside la cura de toda enfermedad y la esperanza de toda salud. ¿Cómo puede ser que el cuerpo parezca decirte lo que sientes y te lleve a actuar en concordancia con sus sentimientos? En sí mismo, el cuerpo es neutral. Pero mientras tú le atribuyas la posibilidad de darte placer, también te traerá dolor. No puedes elegir el uno sin el otro, porque la elección es la misma. El cuerpo es una herramienta que tú usas para mantener la ilusión de la separación. Su aparente poder se debe a que tú crees que puedes depositar poder en él. Pero lo que tú has hecho no puede ser investido del poder de la creación sin que tú te unas a él. ¿Acaso puedes estar vinculado a algo en un grado mayor que el vínculo con tu propio cuerpo? Si no estás unido con esta presencia que llamas “hogar”, ¿cómo puedes estar unido con otras?

10.2 Necesitamos volver ahora al concepto de relación, pues pensar que puede darse una unión más íntima entre cuerpos que la unión que sientes con el tuyo propio, es francamente ridículo. La unión ocurre en la relación, no en la forma física. La unión no es la abolición de una cosa para construir otra; la unión hace que cada una de ellas sea plena, y en esa plenitud sea una con todas las demás. Esta clase de unión nunca dejó de existir, pero mientras tú no te des cuenta de que existe, sus beneficios permanecen fuera de tu alcance. Ahora bien, por mucho que yo lo desee, que yo te hable sobre la verdad de tu existencia no basta para que cobres conciencia de lo que por tanto tiempo has escondido de ti. Yo solamente puedo decirte hacia dónde mirar, y solo por dignarte a mirar ahí, te ahorrarás incontables años de buscar la verdad donde no está.


10.3 Hay aspectos de todo lo que te digo que estás inmediatamente dispuesto a asumir, y hay otros que no comprendes o que querrías esperar un poco más antes de ponerlos en práctica. Sin embargo, lo que en verdad no comprendes es la plenitud. Todas las cosas existen como una totalidad, incluso el sistema de pensamiento que has construido para proteger la ilusión. Tu sistema de pensamiento está completamente alejado de la verdad, pero al mismo tiempo es coherente como sistema. No puedes abandonar algunas partes y retener otras, pues al retener una parte, retienes el todo. Esto solo conduce al aparente fracaso del aprendizaje. Es imposible que fracases en aprender aquello que Dios quiere enseñarte, pero no puedes aprenderlo por partes. El sistema de pensamiento de la verdad es tan coherente como el sistema de pensamiento de la ilusión, no puedes tomar lo que deseas y dejar el resto. Por tanto, continuaremos señalando las diferencias entre ambos sistemas de modo que tus ideas vayan cambiando hasta llegar al momento en que tu corazón tome la delantera y tome las decisiones que necesitas tomar. Tu corazón —que no debes confundir con el órgano que bombea sangre al cuerpo, sino identificar como el centro de tu ser— no posee un sistema de pensamiento aparte del tuyo, y debe existir en la realidad donde tú crees estar.


10.4 Toda transformación comienza en la fuente, y esto es tan cierto respecto de la verdad como de la ilusión. Contemplas tu cuerpo como tu ser, y tu ser como la fuente de todo lo que has hecho y sentido a lo largo de tus días sobre la tierra. Sin embargo, tu verdadera fuente se encuentra en el centro de tu Ser, el altar a tu Creador, el Ser que compartes en unión con Cristo. Cristo es la “parte” de Dios que reside en ti, y no de forma separada sino en la eterna plenitud en la que tú y Dios existís juntos.

10.5 Para todos aquellos que han caminado durante mucho tiempo, así como para quienes recién comienzan, el dejar de considerar el cuerpo como su hogar y fuente constituye el mayor obstáculo a superar. A medida que observas el cuerpo y te atreves a pensar en una vida sin él, te topas una y otra vez con su realidad. Cuando la conciencia del mismo comienza a abandonarte es cuando comienzan a acosarte los dolores de cabeza, de espalda y otras aparentes afecciones. Este es el yo separado que has construido, y que te llama de regreso al cuerpo para demostrarte que es insuperable. Llegado este punto, muchas personas intentan no prestar atención a estas afecciones como una manera de vencerlas con el pensamiento, pero cuando el éxito tarda, acaban viéndolas como evidencia de su apego al cuerpo. Es necesario cuidarse de las pretensiones de alejarlas meramente con el pensamiento, para poner milagros en su lugar. Este deseo solo demuestra que no conoces la fuente de la curación, y que por tanto no estás listo para ser sanado.

10.6 Que todavía no estés preparado no significa que no vayas a estarlo, así como perder una cosa no significa que esta haya dejado de existir. Sin embargo, tu yo separado buscará todas las pruebas posibles del fracaso y con la mayor celeridad, se encargará de indicarte que es inútil tratar de ser algo distinto de lo que eres: un cuerpo. Esto es un “hecho”, susurrará constantemente en tu oído, y la mentira que busca hacerte creer hará imposible el aprendizaje. Escuchas esa voz porque ha sido tu compañía permanente en la separación, sin darte cuenta de que su enseñanza es precisamente esa: la separación. Debes saber que mientras le des crédito a lo que te dice, intentará interferir todo el tiempo.

10.7 Piensa en otra persona, un profesor o un familiar cuya “voz” hayas escuchado a lo largo de tus días. Ya sea que desearas o no oírla, ya fuera una voz sabia o fuera necia, la mera repetición de esta voz la conserva en tu memoria. Esta voz puede decirte: “Manténte firme”, o “Eres especial”, o “Nunca llegarás a nada”. Tal vez muchos de ustedes hayan recurrido a terapia para tratar de acallar los mensajes negativos que oyen y que, tras mucho esfuerzo, lograron reemplazar por mensajes de naturaleza más positiva. ¡Y todo esto ocurre solo con los mensajes de una fuente externa! Tus propios pensamientos son mucho más persistentes e insistentes que estos. Han estado contigo por mucho más tiempo. Desalojarlos requiere vigilancia
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10.8 No te digo esto para desmoralizarte, sino para alentarte a que no te rindas. Tu propósito es el más sagrado de todos y el cielo en su totalidad está contigo. Lo único que necesitas es estar continuamente dispuesto. Lo único que puede conducirte al fracaso es rendirte. Te doy estos ejemplos para que sepas que no será fácil, pero también te digo que no será difícil si recuerdas que lo único que se necesita es tu buena disposición. Cuando tu yo separado te susurre: “Tu cuerpo es un hecho”, solo necesitas decirte: “Todavía estoy dispuesto a pensar de otra manera”.

10.9 Necesitas también ser consciente de tu deseo de recompensa. A medida que te sientes más cerca de Dios y de tu verdadero Ser, mientras crece tu conciencia de ti mismo como una persona “buena” y que aún trata de mejorar, comenzarás a buscar tus recompensas. Más adelante podrás recordar este tiempo con una sonrisa o una gran carcajada, al contemplar la inocencia de esos deseos que solo revelaban que estabas al comienzo del aprendizaje. Querer una recompensa por la bondad, por tus esfuerzos, por estar más cerca de Dios que tu hermano o hermana, es un deseo del yo separado, que quiere algo para sí mismo y por su esfuerzo. Esta es una etapa por la que todos atraviesan, aunque algunos se quedan en ella por más tiempo. Tú permanecerás allí hasta darte cuenta de que la bondad está en todos, y que no puedes obtener más gracias de Dios que tu hermano. Permanecerás allí hasta que te des cuenta de que Dios ya les ha dado todo a todos.

10.10 Una vez más, afirma tu buena disposición, tu voluntad de creer que tienes todo lo que necesitas a pesar del “hecho” de que no lo parece. Esta buena disposición es todo lo que necesitas para atravesar esta etapa y pasar a la siguiente. El hecho de que Dios no te conceda cualquier deseo que se te ocurra debería alentarte, pues estos no son todavía tus deseos auténticos, y las recompensas que elegirías recibir aquí son como polvo comparadas con aquellas de las que tomarás consciencia al avanzar.

10.11 Hablemos entonces de los milagros. En términos simples los milagros son la consecuencia natural de la unión. La magia es el intento de realizar milagros “por tu cuenta”. En las primeras etapas de tu aprendizaje, te sentirás tentado a jugar a hacer creer. No creerás que tú no eres tu cuerpo, pero pretenderás que no lo eres. Luego te sentirás tentado a creer que, debido a que tú no eres un cuerpo, puedes pretender no estar sintiendo ese dolor de cabeza, ni el frío en un día de invierno, y esto hasta puede llevarte a sentir menos dolor o menos frío. Este engaño es bienvenido por tu yo separado, pues él sabe que pretender una cosa no la convierte en realidad.

10.12 Estos intentos de engañarte a ti mismo se basan en tu falta de entendimiento antes que en tu falta de fe. No estarías leyendo si creyeses que tú eres tu cuerpo y nada más. Sabes hace mucho que eres más que carne y hueso. Creer no es tu problema. Tu problema es comprender. Crees en Dios, pero no comprendes a Dios. Crees en mí, pero no entiendes cómo es que estas palabras surgen de mí. Crees en el cielo y en una vida después de la muerte, pero no comprendes qué son ni dónde están. Y creer en algo que no comprendes te hace sentir como si te estuvieses engañando. Quieres creer, y crees. Pero también te gustaría tener “certeza” acerca de lo que crees. Lo conveniente de creer en Dios, en mí, en el cielo y en una vida después de la muerte es que no piensas que algo como eso pueda desengañarte aquí. Si estás equivocado, simplemente te pudrirás después de la muerte y nadie se dará cuenta de tu equivocación. Si estás equivocado, por lo menos creíste en algo que te dio consuelo y que, a fin de cuentas, no le hizo daño a nadie.

10.13 Sin embargo, esto no es tan fácil cuando se trata del concepto de que no estás separado. La única cosa que te cuesta creer es que estás unido, aquí y ahora, a tus hermanos y hermanas. Una cosa es creer en Dios sin comprenderlo, y otra muy distinta es creer en la unión con tu prójimo sin comprender ni a la unión ni a tu prójimo. Dicha creencia no te traerá necesariamente consuelo. ¿Qué pasaría si crees en la bondad de tu prójimo y esa creencia acaba en un desengaño? ¿Qué pasaría si confías y acabas defraudado? ¿Qué pasaría si resulta que no eres más que un ingenuo y te toman por un tonto? ¿Y si estás equivocado?

10.14 Sientes un temor similar cuando te planteas abandonar tu creencia en el cuerpo. Creer que tú no eres tu cuerpo mientras caminas en él es bastante distinto de creer en Dios. Todas las pruebas parecen estar en contra. Todas las pruebas que te proveen tus ojos y oídos, y también la ciencia, parecen decirte que tú eres tu cuerpo. Inclusive la historia parecería apoyar esta afirmación cuando te dice que Jesús murió antes de resucitar como espíritu.

10.15 Vengo a enseñarte una vez más por qué fui la vida ejemplar. ¿Crees que cuando caminé la tierra fui un cuerpo? ¿O crees que yo era el Hijo de Dios antes de nacer con forma humana, mientras existí con esa forma, y después de resucitar? Con razón a esto se le llama el misterio de la fe: Cristo ha muerto, Cristo ha resucitado, Cristo volverá. ¿Qué falta en este credo? Cristo nació. En ningún lugar del misterio de la fe se dice que Cristo se convirtiera en un cuerpo.

10.16 De ninguna manera se te ha dicho que el cuerpo no existe, sino simplemente que tú no eres él. Como todas las herramientas que has construido, es también una ilusión, porque no tienes necesidad de herramientas. Pero mientras creas que las necesitas, será muy real. Dejar de lado el cuerpo no es una elección que debas realizar. A medida que tu proceso de aprendizaje avance, verás que es posible, pero existen muchas razones para no hacerla. En este momento, todo lo que se te pide es que contemples tu cuerpo tal y como es, tanto desde la perspectiva del fin para el cual lo has hecho, como desde la perspectiva de cómo puedes utilizarlo ahora para el bien de todos.

10.17 Para muchos la elección parece haber sido esta: “¿Prefieres tener la razón o ser feliz?” Solamente al ego se le puede ocurrir optar por estar en lo correcto, antes que por la felicidad. Cuando observas tu cuerpo, observa también sus acciones desde la perspectiva de las elecciones que has hecho. Pregúntate: “¿Qué elección puede haberme llevado a esta situación?” Pues antes de los hechos, siempre habrá una elección. Nada le sucede al Hijo de Dios por accidente. Esta observación te ayudará a tomar la responsabilidad de tu vida nuevamente en tus manos, el lugar al que pertenece. No estás desamparado ni sometido al capricho de fuerzas que estén más allá de tu control. La única fuerza que está más allá de tu control es tu mente, y esto no tiene por qué ser así. Cuando comiences a preguntarte qué elección puede conducirte a la felicidad en lugar de esto, comenzarás a notar una diferencia en la respuesta de tu cuerpo a las que parecen ser circunstancias exteriores, y luego también un cambio en las propias circunstancias exteriores.

10.18 Es posible que, antes que la felicidad, tu mente todavía prefiera tener la razón. De ahí la importancia de que permitas que tu corazón dirija esta elección. Cuando te encuentres en una situación que no te guste, ofrece una vez más tu buena disposición para encontrar algo de felicidad en ella. Estas instrucciones dadas a tu corazón comenzarán a marcar una diferencia en tu estado mental.

10.19 Lo que tú llamas estado mental se parece más a una atmósfera global, un clima, un estado de ánimo que es determinado por tu corazón. A los pensamientos de tu yo separado le importan poco estas cosas, y las considera irrelevantes para su bienestar. Solo le interesa sobrevivir tal y como está. Entonces, no se trata solo de la necesidad de techo y de comida, sino de la supervivencia del sistema de pensamiento del yo separado. La felicidad no es su prioridad, sino estar en lo correcto. Prefiere lucir serio y preocupado, en vez de alegre y desenvuelto. Tomar la vida con seriedad es una de las estrategias más relevantes para el yo separado, pues cree que la seriedad es necesaria para mantener la separación. El gozo constituye la mayor amenaza para él, pues proviene de la unión, y refuerza el atractivo de la unión a expensas del atractivo de la separación.

10.20 No te das cuenta de lo rápido que el yo separado corre a sabotear todo movimiento que te aleje de la separación y te acerque a la unión. Muchos ya han reconocido que mediante las elecciones que hacen minimizan sus ocasiones de felicidad, y maximizan sus ocasiones de infelicidad. Recuerdan con nostalgia tiempos de felicidad y se preguntan qué salió mal, por qué no pudieron mantener ese estado. Pueden haber existido muchas razones prácticas para desechar la felicidad, pero en la soledad que sigue a su pérdida te preguntarás, al menos por un instante, por qué fue necesario elegir la practicidad. Sin embargo, cuando el yo separado mira hacia atrás y ve que eligió estar en lo correcto en vez de la felicidad, se congratula diciendo: “Hice lo que debía hacer”. Lo verá como un triunfo sobre los necios sueños de felicidad, y se sentirá satisfecho por haber entrado en razón antes de que fuese demasiado tarde.

10.21 Cada uno es consciente de un umbral que, una vez cruzado, no permite el regreso. Ese umbral suele ser una felicidad tan plena que cuando la experimentamos nos decimos: “Nunca volveré a lo de antes”. En otras ocasiones suele ser una experiencia de sufrimiento tan grande que preferirían morir antes que continuar así. Los adictos también, pero eligen un umbral algo diferente desde el cual rechazar el regreso a la realidad del yo separado, tras experimentar el olvido de este por medio de las drogas, el alcohol, el trabajo constante o las compras compulsivas. Si no pueden abandonar esa realidad, la bloquean. Y ante este umbral, muchos eligen retroceder. Se niegan a sí mismos el gozo, el sufrimiento o el olvido que tornaría imposible el regreso, y se consideran afortunados por no haber llegado al lugar desde donde el cambio se volvería inevitable.

10.22 El yo separado se encuentra tan vinculado al miedo, que prefiere los temores conocidos de su existencia antes que los temores desconocidos de otra clase de existencia. No se le ocurre que pueda existir una opción donde no haya lugar para el miedo, pues la ausencia de miedo es algo que nunca ha conocido.

10.23 Si el cuerpo es el aspecto superficial de tu existencia y bajo esa superficie yace el temor, observa las ventajas de este ejercicio: ubica tu cuerpo ante ti, donde puedas actuar como observador silencioso. A medida que observas cómo trabajan tus manos, o la sombra que se forma sobre el suelo mientras caminas, aprenderás la única separación que te resultará útil.

10.24 De lo primero que te darás cuenta es que no todo lo que oyes te llega por tus oídos. Descubrirás que estás lleno de pensamientos: pensamientos sobre tu cuerpo, que son de la misma clase que los que tienes sobre el cuerpo de otra persona. La diferencia reside en que estos pensamientos no parecen tener origen en tu cabeza. Te darás cuenta, por primera vez o de un modo diferente, que siempre has oído tus pensamientos sin el beneficio de los oídos. “Por supuesto”, dirás, “así es como oímos los pensamientos, es su naturaleza”. Pero ¿has considerado alguna vez la naturaleza de tus pensamientos o meramente los has dado por sentados?

10.25 Los pensamientos no se ven ni se oyen, pero están contigo todo el tiempo, y nunca es más de esta manera que cuando realizas tu experimento de desapego del cuerpo. Por eso lo llevamos a cabo, y ya sea que definas como éxito o fracaso la realización del experimento, comprenderás de manera nueva que, más que tu cuerpo, son tus pensamientos los que definen quién eres. Ya sea que deriven sin rumbo o se mantengan enfocados, tus pensamientos son la fuente de todo lo que eres y haces, mucho más que tu cuerpo.

10.26 Puedes reírte de ti mismo por tomar parte de este sencillo experimento, pero al mismo tiempo te darás cuenta de que el deseo de reírte es genuino, y no proviene de la mezquindad. Notarás que un yo feliz toma el experimento como un juego divertido sin preocuparse por el éxito. También esta risa, así como la sensación de que se trata de algo divertido, te llegan sin la participación del cuerpo.

10.27 Pronto desarrollarás la capacidad de ver prescindiendo de los ojos del cuerpo. Esto también parecerá un juego inocente al principio, un truco de la imaginación. Al principio observarás solo aquello que puedes “ver”: tus brazos y piernas, tu sombra mientras caminas. Sin embargo, poco a poco verás el cuerpo como un todo. Lo verás desde atrás mientras lo sigues a lo largo del día, al principio sin siquiera date cuenta de lo que está pasando. Y descubrirás que a medida que observas, te vuelves más consciente de lo que te rodea y más consciente de que tu cuerpo es parte de todo lo que sucede. Allí está tu cuerpo junto a otros seis cruzando la calle. Allí está tu cuerpo sentado frente a un escritorio dentro de un edificio junto con muchos otros. Descubrirás cuán pocas veces fuiste consciente de la calle por la que caminabas, de los edificios que la flanqueaban, del cielo allá arriba, de los “otros” que viajaban contigo. Te sentirás más parte de todo —en vez de menos— y esto te sorprenderá.

10.28 Sigue adelante, pues esto es solo el comienzo. Experimenta solo por el gusto de hacerlo, sin dejar lugar al desaliento. No se trata de una prueba, por tanto no puedes fracasar. Estás solamente jugando: jugando a observarte desde arriba. ¿Puedes verte allá “abajo”? ¿Y puedes adelantarte para ver cómo tu cuerpo viene hacia ti?

10.29 Este cuerpo que reivindicas como tu “yo” no es más que una forma, ¿cómo puede ser que no puedas verlo?

10.30 A medida que procedas sentirás que la visión acotada del yo separado va dando lugar a la visión expandida del Yo unificado. Y al “sentir” esto, también cobrarás conciencia de sensaciones que no están enlazadas al cuerpo. Así como no ves ni oyes los pensamientos con los ojos y oídos del cuerpo, estas sensaciones tampoco dependerán de los sentidos del cuerpo.

10.31 Te toparás con bastantes resistencias ante el experimento. Dirás que eres demasiado serio para jugar este juego y que tienes mejores cosas que hacer. Sin embargo, por más que te resistas, la idea ya ha sido plantada y notarás momentos en que, aun cuando pueda parecer “en contra de tu voluntad”, participas en él a pesar de tu decisión de no hacerlo. Cuando comiences a sentir los efectos del experimento también te enfrentarás con el temor, sobre todo si te tomas el juego demasiado en serio. Habrá momentos en que no querrás reírte aunque tengas ganas, y otros momentos en que tras un instante de visión expandida, recibirás con gratitud tu regreso a la visión reducida. Te provocará alivio tener los pies todavía en el suelo, y que tu cuerpo mantenga los límites acostumbrados. Pero recordarás las ganas de reírte de ti mismo y también la visión expandida. Recordarás que por un instante tu cuerpo no parecía un límite que te sujetara. Y luego recordarás que este es un curso para recordar, y que la memoria es el lenguaje del corazón.

10.32 Muchos de ustedes se rebelarán diciendo que esto no es aquello para lo cual se inscribieron. Tal vez solo quieres leer sobre este curso, y no tomar parte en él. Tal vez quieras mantenerlo solo en el plano teórico y no aplicarlo. Tal vez solo busques la información y obvies la experiencia. Querías una guía de viaje, y no el viaje en sí. Esto es lo que muchos buscan, y muchos aún se resisten a darse cuenta de que obtuvieron más de lo que pensaban. Has llegado a una puerta, has cruzado un umbral. Lo que tu mente todavía niega, tu corazón no lo niega. Un pequeño destello de memoria se ha filtrado hasta ti, y no te abandonará en el caos que prefieres. Seguirá llamándote a que lo reconozcas y lo dejes crecer. Golpeará tu corazón de la manera más amable. Escucharás su susurro en tus pensamientos. Su melodía sonará en tu mente. “Vuelve, regresa”, te dirá. “Ven a casa”, te cantará. Sabrás que hay un lugar dentro de ti donde se te echa de menos y eres esperado, donde eres amado y cuidado. En el hogar de tu demencia se ha abierto un espacio para un poco de paz.

 imagen corazón en círculo

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