Tonterías como son los deseos de tu
corazón, son lo que ahora te salvará. Recuerda que es tu corazón el que
anhela el hogar. Es tu corazón quien anhela recordar el amor. Es tu
corazón quien guía en la ruta que, si la sigues,
te llevará con certeza de camino al hogar.
— 3.18
3.1 El amor es. Te enseña siendo simplemente lo que es. No hace nada.
No se esfuerza. No tiene éxito ni fracasa. No está ni vivo ni muerto.
Así ha sido siempre, yasí lo será siempre. No es exclusivo de ustedes como seres humanos. Está en relación con todas las cosas. De todo con todo.
3.2 Igual que el verdadero conocimiento no puede aprenderse, el amor no puede ser aprendido y tú no puedes ser aprendido. Lo único que deseas y no puedes aprender ya está logrado. Está logrado en ti. Es quien Tú eres. Imagina cómo sería si el océano, el guepardo, el sol, la luna o Dios mismo intentasen aprender qué son. Son lo mismo que tú. Todo existe dentro de ti. Tú eres el universo mismo.
3.3 Es un universo compartido, sin divisiones. No hay secciones, ni partes, ni dentros ni fueras, ni sueños ni ilusiones que puedan escapar o esconderse, desaparecer o dejar de ser. No hay condición humana que no exista en todos los seres humanos. Es completamente imposible que uno tenga lo que el otro no tiene. Todo es compartido. Esto siempre ha sido verdad y lo será por siempre. La verdad es la verdad. No hay grados de verdad.
3.4 Tú no eres forma, tampoco lo es tu mundo real. Buscas el rostro de Dios en la forma, así como buscas el amor en la forma. Tanto Dios como el amor están ahí, pero no son la forma que los ojos de tu cuerpo pueden ver. Así como las palabras que ves sobre esta página son solo símbolos de un sentido mucho más allá de lo que los símbolos pueden sugerir, así también ocurre con todas las cosas y personas que te rodean, las que ves, y las que solo puedes imaginar. Buscar el “rostro” de Dios, aun en la forma de Cristo, es buscar lo que es para siempre sin forma. Ver de verdad es comenzar a ver lo que no tiene forma. Y comenzar a ver lo que no tiene forma es comenzar a comprender aquello que tú eres.
3.5 Lo que ahora ves son sólo símbolos de lo que en realidad está delante de ti, en una gloria que trasciende tus imágenes más profundas. Sin embargo, persistes en querer solo lo que tus ojos pueden ver y tus manos pueden aferrar. Llamas reales a todas estas cosas, y a todo lo demás irreal. Puedes cerrar los ojos y creer que estás a oscuras, pero no creerás que ya no eres real. Cierra los ojos a todo aquello que te has acostumbrado a ver. Y verás la luz.
3.6 En la luz que viene solo a los ojos que ya no ven, encontrarás al Cristo que mora en ti. En Jesucristo, el Hijo de Dios se hizo hijo del hombre. Caminó por el mundo con un rostro muy parecido al tuyo, un cuerpo con dos brazos y dos piernas, diez dedos en las manos y diez en los pies. Sin embargo, tú sabes que Jesús no era eso, ni que eso era la imagen de Cristo. Jesús le dio un rostro al amor, del mismo modo que tú. Pero el amor no se apega a la forma y dice: “Esto es lo que soy”. ¿Cómo puede algo tener forma salvo en símbolos? Un blasón familiar o una alianza matrimonial son todos iguales. No hacen otra cosa que representar en la forma lo que simbolizan.
3.7 No hay forma que no sea así. Una forma no es más que una representación. Ves miles de formas al día con diferentes nombres y diferentes funciones y no crees que todas sean lo mismo. Le otorgas valores a cada una según su utilidad o apariencia placentera, su popularidad o su reputación. Ubicas a cada una en relación contigo, por lo que ni siquiera ves la forma tal como es, sino como te resulte bien a ti. Aprisionas la forma dentro de lo que ella significa para ti, y aun así, ese sentido es más auténtico que su forma. Tú les das significado a todas las cosas, y al hacerlo pueblas tu mundo de ángeles y demonios cuya categoría está determinada por quién te ayudará y quién te perjudicará. De esta manera decides quiénes son tus amigos y quiénes tus enemigos, y decides qué amigos pasan a ser enemigos, y qué enemigos pasan a ser tus amigos. Mientras que, en tu juicio, un lápiz seguirá siendo un lápiz, por lo menos mientras siga teniendo todas las cualidades que tú has decidido que un lápiz debe tener, pocas personas pueden exhibir en todo tiempo y lugar aquellas cualidades que tú has predeterminado que deben poseer. Y así es como algunos te decepcionan y otros te entusiasman, uno es un paladín de tu causa y otro te denigra. En todos los escenarios tú eres el hacedor de tu mundo, al que le atribuyes sus causas y efectos. Si esto puede ser así, el mundo no puede ser sino simbólico, y el significado de cada símbolo es elegido por ti y para ti. Nada es lo que es sino sólo lo que es para ti.
3.8 A esta enorme confusión traemos un solo enunciado: el Amor es. Nunca cambia, se simboliza solo a sí mismo, ¿cómo puede dejar de significar todo o de contener todo significado? Ninguna forma puede abarcarlo, puesto que él abarca todas las formas. El amor es la luz en la cual desaparece la forma, y donde todo lo que es, es visto tal y como es.
3.9 Tú, que buscas ayuda, te preguntas ahora de qué manera puede esto ayudarte. ¿Qué queda por decir que no haya sido dicho? ¿Qué son estas palabras —lo admito— sino símbolos? La ayuda llega en aquello que simbolizan. No necesitas creer en las palabras ni en el potencial de los ejercicios para cambiar tu vida, pues estas palabras entran en ti en cuanto lo que son, y no como los símbolos que representan. Ahora ha sido sembrada una idea de amor en un huerto fértil que la hará crecer.
3.10 Todas las cosas han nacido de una idea, un pensamiento, una concepción. Todo lo que ha sido manifestado en tu mundo fue concebido primero en la mente. Sin embargo, aunque sabes que esto es cierto, continúas creyendo que tú eres el efecto y no la causa. Esto se debe en parte a tu concepto de la mente. Aquello que creas que la mente es, eso será para ti. Muchas enseñanzas han intentado desalojar este concepto al que te aferras con tanto apego, pero como tú usas la mente para manejar conceptos, no has podido dejar que las nuevas enseñanzas surtan su efecto. Esto sucede porque crees que tu mente controla lo que piensa. Crees en un proceso de ingreso y egreso de datos, completamente humano y científicamente demostrable. El nacimiento de una idea resulta entonces de lo que ha llegado antes, resulta de ver algo viejo como nuevo, de mejorar una idea anterior, de tomar información variada y arreglarla en una nueva configuración.
3.11 ¿Qué significa esto para el aprendizaje que no es de este mundo? Significa que lo filtras con las mismas lentes. Piensas sobre él de la misma manera. Buscas acumularlo a la espera de que produzca una mejora con respecto a lo que ha existido antes. Buscas pruebas de que si te comportas de una cierta manera, esto producirá determinados resultados. Como un niño que aprende a no tocar una estufa porque está caliente y entonces el tocarla le traerá como resultado una quemadura, o que aprende que una manta templada es agradable, sometes el aprendizaje que no es de este mundo a mil pruebas que dependen de tus sentidos y tu juicio. Mientras crees saber lo que te hará daño y lo que te resultará consolador, sometes a lo comparable aquello que no se puede comparar.
3.12 No creas que tu mente, tal y como la concibes, aprende sin comparar. Todo es verdadero o falso, correcto o incorrecto, blanco o negro, caliente o frío basándose solamente en contrastes. Una sustancia química reacciona de una manera y otra reacciona de otra, y crees que solo mediante el estudio de las dos tiene lugar el aprendizaje.
3.13 No has renunciado a la idea de que tienes el control de lo que aprendes, ni has aceptado que puedes aprender de una manera en que antes no aprendías. En consecuencia, nos desplazamos de la cabeza al corazón sólo para sacar provecho de los conceptos de tu corazón, que son conceptos mucho más acordes con un aprendizaje que no es de este mundo.
3.14 Esas palabras de amor no entran en tu cuerpo por los ojos para asentarse en el cerebro, y ser allí destiladas en un lenguaje que puedas entender. Mientras lees, presta atención a tu corazón, pues este aprendizaje entra por él y en él se queda. Tu corazón es ahora tus ojos y oídos. Tu mente puede permanecer dentro de tu concepto del cerebro, pues ahora la soslayaremos y no le enviaremos información para procesar ni datos para que calcule. El único cambio de pensamiento que se te pide es constatar que no la necesitas.
3.15 Lo que esto llegará a significar para ti va más allá del aprendizaje de este curso. Un solo concepto que entregues y no reemplaces te liberará más allá de todo lo que puedas imaginar, y liberará también a tus hermanos y hermanas. Una vez que un solo concepto es derribado, otros le siguen rápidamente. Pero ninguno está más atrincherado que este, el que hoy empezamos a dejar que caiga.
3.16 Tú que no has podido separar la mente del cuerpo, el cerebro de la cabeza, la inteligencia del conocimiento, anímate. Renunciamos a seguir esforzándonos. Simplemente aprendemos de una manera nueva y en nuestro aprendizaje constatamos que nuestra luz brilla desde el interior de nuestro corazón, nuestro altar al Señor. Aquí mora el Cristo en nosotros, y aquí concentramos nuestras energías y nuestro aprendizaje, prestos a comprender que aquello que querríamos saber no puede ser computado en los bancos de datos de un cerebro sobrecargado en el que hemos puesto demasiada confianza, en una mente que no podemos separar de donde creemos que está.
3.17 En contraste, nuestros corazones salen al mundo, hacia el que sufre, hacia el débil de cuerpo y mente. Nuestros corazones no son fácilmente confinados dentro de nuestras paredes de carne y hueso. Nuestros corazones adquieren alas con la alegría y se quiebran con la tristeza. No así el cerebro, que sigue registrándolo todo como un observador silencioso, presto a decirte que los sentimientos de tu corazón son de hecho una tontería. Es a nuestro corazón a quien invocamos en busca de guía, pues en él reside el único que verdaderamente guía.
3.18 A ti que crees que esta idea está viciada de sentimentalismo, y que estás seguro de que te llevará a abandonar la lógica y, en consecuencia, te conducirá a la ruina, te digo una vez más: anímate. Tonterías como son los deseos de tu corazón, son lo que ahora te salvará. Recuerda que es tu corazón el que anhela el hogar. Es tu corazón quien anhela recordar el amor. Es tu corazón quien guía en la ruta que, si la sigues, te llevará con certeza de camino al hogar.
3.19 ¿Qué dolor ha soportado tu corazón que no haya podido atesorar para su fuente? Su fuente es el amor, ¿y qué mayor prueba de la fortaleza del amor necesitas? Un dolor así, como el que ha soportado tu corazón, es como un cuchillo que atraviesa los tejidos, un golpe que detendría las funciones cerebrales, o un ataque sobre las células mucho mayor que cualquier cáncer. El dolor del amor, tan apreciado que no puede ser soltado, puede atacar, y de hecho lo hace, los tejidos, el cerebro y las células. Y luego lo llamas enfermedad, y permites que el cuerpo te haga decaer, todavía y siempre reteniendo el amor para ti mismo.
3.20 Y preguntas, ¿acaso el dolor debe acompañar al amor y la pérdida? ¿Es este el precio que debo pagar por abrir el corazón? Y sin embargo, si se te preguntara si prefieres otra cosa distinta del amor, tu respuesta no sería un “sí”. ¿Qué otra cosa es digna de valer tanto, tanto sufrimiento, tantas lágrimas? ¿Qué otra cosa no soltarías cuando llega el dolor, cual mano dejando caer un ascua ardiente? ¿Qué otro dolor mantendrías tan íntimamente en ti, como pena que no sueltas? ¿Qué otro dolor estarías tan poco dispuesto a sacrificar?
3.21 No creas que estas preguntas no tienen sentido, o que han sido hechas para vincular el amor con el dolor y dejarte desamparado sin ayuda, pues aunque esta manera de relacionar amor y dolor es un sinsentido, tiene sin embargo todo el sentido del mundo. Estas preguntas simplemente demuestran el valor del amor. ¿Qué otra cosa valoras más?
3.22 Tus pensamientos pueden conducirte a una docena de respuestas ahora mismo, y para algunos serían más, para otros menos, según la tenacidad de los pensamientos que, conducidos por el ego, querrían interponer la lógica en el camino del amor. Algunos otros pueden usar sus pensamientos de manera distinta y proclamar que eligen el amor y no el dolor cuando en realidad lo que eligen es la seguridad a expensas del amor. Nadie aquí cree que pueda tener el uno sin el otro, y así, se vive temiendo al amor, al mismo tiempo que es deseado por encima de todas las cosas.
3.23 No creas que existe ni una sola manera de alejar el amor de la vida. Antes bien, ahora comenzamos a apartar los juicios que la vida ha hecho sobre él, los juicios con que te ha provisto la experiencia, basados en cuánto amor has recibido y cuánto te ha sido negado. Comenzamos por simplemente aceptar la demostración de la fortaleza del amor que se nos ha dado. Esto es lo que recordaremos una y otra vez mientras aprendemos a reconocer qué es el amor.

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