domingo, 7 de septiembre de 2014

UN CURSO DE AMOR, CAPITULO 2: LO QUE EL AMOR ES

Capítulo 2. Un curso de amor

[Has marchado al campo de batalla con valor. La guerra arrecia día y noche y tú te vas desgastando. Tu corazón clama por solaz, y su clamor no pasa inadvertido. Aquí está la ayuda.
— 2.20]
2.1 Lo que el amor es no puede enseñarse. Lo que el amor es no puede aprenderse. Pero puede ser reconocido. ¿Puedes acaso pasar junto al amor y no darte cuenta? Por supuesto, lo haces todo el tiempo al elegir ver la ilusión en lugar de la verdad. No se te puede enseñar el amor, pero se te puede enseñar a ver el amor donde este ya existe. Con los ojos del cuerpo no es como reconoces el amor. Es mediante la visión de Cristo. Pues solo la visión de Cristo contempla el rostro de Dios.
2.2 Mientras busques un Dios con forma física no podrás reconocer a Dios. Todo lo real proviene de Dios. Nada irreal existe. Cada persona que pasa de esta vida a la siguiente no aprende un gran secreto, sino simplemente toma conciencia de que el amor es todo lo que existe. Nada irreal existe. Piénsalo por ti mismo: si fueses a morir mañana, ¿qué sería significativo para ti hoy? Solo el amor. Esta es la clave de la salvación.
2.3 Como el amor no tiene forma física, no puedes creer que el amor pueda ser lo que tú eres, aquello que te esfuerzas por ser, hacia lo que buscas regresar. Crees que eres algo distinto y separado del amor. Consideras que el amor es un sentimiento, uno entre muchos. Sin embargo, se te ha dicho que solamente hay dos sentimientos a elegir: amor y miedo. Tantas veces has escogido el miedo y lo has llamado de distintas maneras, que ya no lo reconoces como miedo. Lo mismo vale para el amor.
2.4 Hay muchas cosas que temes a las cuales das el nombre de amor. Crees que es posible elegirlo como un medio para comprar tu tranquilidad y tu seguridad. Entonces, defines al amor como reacción ante el miedo, y es por este motivo que puedes entender que el amor sea lo opuesto al miedo. Esto es bastante cierto. Pero como aún no has reconocido el miedo como nada, aún no has reconocido al amor como todo. Es por los atributos dados al miedo que le has dado atributos al amor. Sólo las cosas separadas poseen atributos y cualidades que parecen complementarse u oponerse. El amor no tiene atributos, por eso no se puede enseñar.
2.5 Si el amor no puede ser enseñado sino solo reconocido, ¿cómo es posible reconocerlo? A través de los efectos del amor. Puesto que causa y efecto son uno. La creación es efecto del amor, igual que tú.
2.6 Creer que eres capaz de actuar con amor en una circunstancia y con ira en otra, y que ambas acciones se originan en el mismo lugar, es un error de proporciones enormes. Has calificado al amor como un componente “circunstancial” y crees que actuar con amor más a menudo es un progreso. Actuar con amor recibe la calificación de “bueno” y actuar con ira recibe la calificación de “malo”. Te sientes capaz de actos de amor de proporciones heroicas y de actos temibles de consecuencias horrorosas, actos de valentía y actos de cobardía, acciones apasionadas que llamas amor y acciones apasionadas que llamas violencia. Te sientes incapaz de controlar los actos más extremos surgidos de estos sentimientos extremos. Consideras peligrosos ambos “extremos” y buscas un término medio. Se dice que uno puede amar demasiado o demasiado poco, pero nunca lo suficiente. El amor no es algo que haces. Es lo que tú eres. Y seguir identificando el amor de manera incorrecta, es continuar siendo incapaz de identificar tu Ser.
2.7 Seguir identificando incorrectamente al amor es seguir viviendo en el infierno. Aunque algunos buscan evitar los altibajos de las emociones intensas, es en ese punto medio de una vida sin pasión donde el infierno se solidifica y adquiere realidad. Calificas el gozo de cielo y el sufrimiento de infierno y, creyendo que hay más opciones que estas dos, buscas un término medio para tu realidad. Una vida con pocos goces y pocos sufrimientos se considera exitosa, puesto que una vida de gozo se ve solo como un sueño, y una vida de sufrimiento como una pesadilla.
2.8 A esta confusión sobre la realidad del amor agregas los contenidos de tu historia personal, los hechos aprendidos y las teorías adquiridas durante tu existencia. Aunque tu propósito aquí permanece oscuro, identificas algunas cosas a las que llamas progreso, y otras a las que llamas evolución, y esperas poder cumplir aunque sea un papel minúsculo en el avance del estatus de la humanidad. Esto es a lo más que aspiráis, y son pocos los que creen que tendrán algún éxito. Otros se niegan a pensar que la vida tenga un propósito y, por tanto, se condenan a sí mismos a vivir una vida sin propósito, convencidos de que una persona entre miles de millones no marca la diferencia, y no tiene incidencia alguna. Hay otros que se ponen anteojeras para no ver el mundo, y solo buscan que su rincón sea más seguro. Algunos cambian de una opción a otra con la esperanza de que la siguiente les traerá un poco de paz. Es demente creer que estas son las únicas opciones que tienen las criaturas de un Dios de amor. Pero tú crees que pensar lo contrario es la auténtica demencia. Incluso en tu limitada comprensión sobre quién eres, ¿puede esto ser cierto?
2.9 La locura de tus procesos de pensamiento y del mundo que percibes debe serte dada a conocer antes de que estés dispuesto a desprenderte de ellos. Esto lo sabes, pero constantemente lo olvidas. Este olvido es obra del ego. Tu verdadero Ser no quiere olvidar, y no puede hacerlo ni por una fracción de segundo. Precisamente, lo que te da la esperanza de aprender a reconocer el amor y, junto con ese reconocimiento, ponerle fin a la demencia que ahora percibes, es la incapacidad para olvidar que tiene tu verdadero Ser.
2.10 Tu verdadero Ser es el Cristo en ti. ¿Cómo podría ser cualquier otra cosa salvo amor, o ver con ojos distintos a los del amor? ¿Esperarías que un ser humano decente no se sintiera conmovido al ver un mundo sin amor, un mundo de ira y desesperación? No creas que aquellos que parecen añadirle más miseria al mundo son una excepción. No hay una sola alma que camine por este mundo que no se encuentre acongojada por lo que ve. Sin embargo, el Cristo en ti no se acongoja, puesto que el Cristo en ti ve con los ojos del amor. La diferencia reside en que los ojos del amor no ven la miseria y la desesperanza. ¡No están ahí! Este es el milagro. El milagro es la visión verdadera. No creas que el amor puede contemplar la miseria y ver en ella amor. El amor simplemente no ve ninguna miseria.
2.11 La compasión no es eso en lo que la has convertido. La Biblia te instruye para ser compasivo como Dios lo es. Pero tú has definido la compasión de manera diferente a la de Dios. Creer que Dios contempla la miseria y responde con piedad y preocupación, pero no le pone fin, es creer en un Dios que es compasivo de la manera en que tú lo eres. Crees que tú acabarías con la miseria si pudieses, comenzando por la tuya. Sin embargo, una vez hecha real, ni tú ni Dios podríais acabar con la miseria. No se trata de la magia de transformar la miseria en satisfacción, o el sufrimiento en gozo. Estos actos serían ciertamente mágicos, serían una ilusión sobre otra ilusión. Al haber aceptado la ilusión como verdad, buscas otras ilusiones para cambiar lo que nunca fue por algo que nunca será.
2.12 Ser compasivo como Dios es compasivo, consiste en ver como Dios ve. Insisto una vez más en que no se trata de ver la miseria y decirte a ti mismo que no la ves. No abogo por la falta de corazón, sino por la incondicionalidad [wholeheartedness]. Si creyeras en la más mínima fracción de la verdad, si solo creyeras que eres una diminuta parte de Dios, no mayor que un pequeño destello de luz en medio de un sol en todo su esplendor, seguirías sin poder creer en la realidad de la miseria y la desesperanza. Si lo hicieras, también creerías que este es el estado de Dios. Y si esto fuese verdad, ¿qué esperanza habría de acabar con la miseria? ¿Qué luz habría en el universo para poner fin a las tinieblas?
2.13 Invierte este pensamiento y observa si ahora tiene más sentido que antes. En este escenario, un Dios benevolente y amoroso que ha extendido Su Ser a la creación del universo, de alguna manera se las ha arreglado para extender también lo que no es Él, es decir, para crear lo que en nada es semejante a Su Ser. ¿Acaso tú intentarías tal locura? ¿Acaso concebirías lo inconcebible?
2.14 ¿Qué otra respuesta nos queda salvo que no ves la realidad tal como es? ¿Qué beneficio te produce ver incorrectamente? ¿Cuál es el riesgo de ver de nuevo? ¿Qué sería un mundo sin miseria sino el cielo?
2.15 No busques imágenes del pasado para que te muestren el camino más allá de las ilusiones, hacia el presente. Busca en tu interior al único que conoce el camino. Cristo está en ti, y tú estás en Dios. Prometí no abandonarte nunca ni dejarte sin consuelo. El Espíritu Santo te trajo el consuelo que podría aceptar tu mente perturbada. Ahora, dirígete a mí para consolar tu corazón atribulado.
2.16 Todavía no has invertido lo bastante tu pensamiento, o si no tu corazón no estaría atribulado. La inversión no tuvo lugar porque separas la mente del corazón, y crees que puedes involucrar a uno sin involucrar al otro. Crees que conocer con la mente es un proceso de aprendizaje que se encuentra apartado del resto de lo que eres. Crees que puedes conocer sin ese ser de conocimiento que eres. Crees que puedes amar sin ser el amor que eres. No hay nada aparte de tu ser. Nada se mantiene solo. Todos tus intentos por mantener las cosas separadas no son más que una reproducción de la separación original, y cuyo fin es convencerte de que la separación realmente ocurrió.
2.17 No estás separado ni solo. Al oír estas palabras tu corazón se regocija pero tu mente se rebela. Tu mente se rebela porque es el bastión del ego. Tu sistema de pensamiento es lo que ha construido el mundo que ves, y el ego es su compañía constante en esa construcción.
2.18 Sin embargo, tu mente también se ha regocijado con el aprendizaje de todas las enseñanzas que te trajeron hasta aquí, y se ha felicitado por esta hazaña que le dio descanso. Es a partir de este descanso, que el corazón empieza a ser oído.
2.19 Así como el Espíritu Santo puede usar lo que el ego ha construido, el ego puede usar lo que la mente ha aprendido pero todavía no ha integrado. Mientras no seas lo que has aprendido, dejas espacio para las maquinaciones del ego. Cuando eres lo que has aprendido, no queda lugar para que el ego exista y, desalojado del hogar que le habías construido, muere lentamente. Pero hasta que esto ocurra, el ego se enorgullece por lo que la mente ha obtenido, incluso por esa mayor paz y satisfacción que te ofrece tu aprendizaje. Puede verse a sí mismo, y lo hace, como mejor, más fuerte y más apto para el éxito mundano. Es capaz de utilizar todo lo que has aprendido para seguir sus propias motivaciones y darte palmaditas en la espalda por tus nuevas capacidades. Sin tu vigilancia, puede efectivamente parecer más fuerte que antes y más duro en sus críticas. Finge llevarte a nuevos niveles solo para usar lo que has aprendido a fin de incrementar tu sensación de culpa. De esta manera va ganando pequeñas batallas cotidianas que conducen a tu capitulación final, al día en que finalmente te rindes y admites la derrota. El ego desafía tu derecho a la felicidad, el amor y los milagros, y solo busca llevarte a proclamar que vivir con esas fantasías no sirve para nada, puesto que jamás serán posibles.
2.20 Has marchado al campo de batalla con valor. La guerra arrecia día y noche y tú te vas desgastando. Tu corazón clama por solaz, y su clamor no pasa inadvertido. Aquí está la ayuda.
2.21 No creas que todo lo que aprendiste será inútil a la hora de hacer lo que te fue dado hacer. No creas en tu fracaso ni en el éxito del ego. Todo lo que has aprendido permanece contigo, más allá de tu percepción del resultado de tu aprendizaje. Lo único que necesitas cambiar es tu percepción de que el resultado estará bajo tu control. Recuerda que causa y efecto son uno. No puedes fracasar en aprender lo que quieres aprender.
2.22 Comenzaremos trabajando en un estado de neutralidad en el cual ya no hay guerra que pelear y han cesado las batallas cotidianas. Quien gana y quien pierde no nos preocupa aquí. La paz aún no ha llegado, pero la bandera blanca de la rendición se agita sobre un terreno santificado donde por un breve tiempo reinará la neutralidad hasta que la paz irrumpa con alegre regocijo.
2.23 En esta guerra no hay victoriosos ni botín que repartir. Has aprendido una y otra vez que esto no es lo que quieres. Todo lo que ahora deseas es libertad para volver a casa, lejos de los gritos de agonía, de la derrota y la vanagloria. El estado de neutralidad es donde comienza el regreso. Puede que los ejércitos aún no se hayan retirado, pero ya han empezado los preparativos.
imagen corazón en círculo

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