jueves, 10 de abril de 2014

Cristo. Haskell: «Viaje más allá de las palabras». Un Curso de milagros RELOADED   Leave a comment

imagen corazón en círculo
[Podéis mirar en la página donde recopilaremos las entradas sobre Haskell y M. Perron, para encontrar los enlaces a los textos de sus transmisiones traducidos, etc. —con la traducción que estamos retocando aquí con ayuda del texto en inglés, etc.]
Seguimos retocando esta traducción.
Después de nuestros pequeños comentarios, en el pasado marzo del 2014 (ver índice) sobre algunos de los pasajes más importantes de este texto que dio “la voz” a través de Haskell (sobre “valores”, “pasado”…)… tenemos otro capitulillo más de Viaje más allá de las palabras.
Esta transmisión, maravillosa (muy clarificadora y directa), aparenta haber sido dada claramente por la misma voz o espíritu (un Yo en la Unidad) que dictó Un Curso de milagros (UCDM), y que habló desde o apoyada en la personalidad de Jesús.
Pese a que no estamos cambiando sistemáticamente la traducción encontrada, sí que suele haber en casi todos los capítulos, arreglos muy importantes que hacer —en esta traducción que encontrábamos en internet en febrero de 2013.
El siguiente capítulo sirve como acompañamiento —más o menos— para las lecciones 267 a 273 del libro de ejercicios de Un Curso de milagros (UCDM), según las indicaciones del propio Haskell en su texto publicado.
Los paréntesis con números —tal que así (22)—, y si los números no van precedidos por la “L” mayúscula… se refieren a notas que indican pasajes del texto de UCDM que no es el libro de ejercicios (citas que pondremos en algún lado).
Los números precedidos por la L, se refieren a lecciones del libro de ejercicios.

Cristo [lecciones 267 a 273]
Saludos de nuevo. Soy Jesús. Vengo hoy a seguir nuestra conversación sobre Un curso de milagros.
Como te dije la última vez, durante el resto del año que nos queda juntos, principalmente estaremos hablando de cosas que SON. Cuando digo “cosas que SON” quiero decir cosas que EXISTEN en realidad, en el mundo real, en verdad.
Como te dije, este mundo no es verdadero. Pero hoy hablaré de cosas que sí son verdad. La cuestión en tu libro de ejercicios es… ¿Qué es el Cristo? (51). Y en verdad, el Cristo ES. Cristo es real. Cristo existe y se encuentra en la verdad. De Cristo hablaré contigo hoy.
La respuesta a la pregunta “¿Qué es el Cristo?” es extremadamente simple. El Cristo es tú. Eso es todo. Nada más. El Cristo es la realidad que tú eres como el Hijo de Dios (52). Liberado de este mundo, liberado de las ilusiones, libre de tus valores, libre de todos los pensamientos de pecado y culpa, libre de todos los miedos, brillando, dando luz y viviendo sin tiempo, en inocencia, en gozo y en paz. Ese es el Cristo. Y eso eres tú. Dios te ha creado de esa manera. Y lo que Dios crea es inmutable.
Eres libre para entretenerte con todas tus fantasías. Pero ellas no cambian la realidad de lo que tú eres, que es el Hijo de Dios.
Así el Cristo es, en verdad, Tú. ¿Debo hablar más de lo que tú eres? En verdad, sí. Ante todo, el Cristo, como Espíritu, es el Hijo de Dios, la creación de Dios. Y Dios creó a su Hijo en perfecta inocencia infantil. Ahora, escúchame bien. Eso nunca ha cambiado, es así en este momento y nunca se puede cambiar: inocencia infantil. Verdaderamente cuando dije, dos mil años atrás, que debes convertirte en un niñito para entrar en el Reino de los Cielos, de eso es de lo que hablaba.
En tu inocencia, no tienes pensamientos de momentos pasados. Como el Cristo, los momentos del pasado no existen. No tienes miedo. No te anticipas, ni en lo que podrías llamar anticipación placentera del futuro. La inocencia infantil solo conoce este momento. Y este momento es un momento de alegría. Porque para un niño así de amado, de protegido, y así a salvo como está el Hijo de Dios, ¿puede este momento ser de otra manera que un momento de gozo? En realidad, en tu realidad, no puede ser de otra manera.
Como te dije en el Texto, si te ves a ti mismo experimentando otra cosa que no es alegría total, reconoce que esto no necesita ser así (53). Reconoce que hay algo en tu imaginación, y al final en tu valorar, que está torcido. Porque el Cristo no sabe de pasado y no puede sentir culpa debido a ello. El Cristo no sabe de futuro y no puede entender el miedo a todas esas cosas que podrían pasarte. El Cristo, y eso ERES tú, solo conoce este momento. Y en este momento, ese niño inocente que es el Cristo, sabe que es absolutamente amado, está absolutamente a salvo y es absolutamente libre, y que está tan protegido por su Padre que no puede haber NADA que temer.
Tómate un momento ahora y mira hacia adentro. Cuando te hablaba ahora mismo de ese niño tan amado, tan a salvo, tan protegido…, ¿no sentiste por un momento un anhelo, dentro de ti? Todos ustedes, que andan por este mundo en su sueño de separación y distanciamiento, anhelan ser amados y cuidados así. Y el propósito de Un curso de milagros, el propósito de estas palabras, el propósito de todas las otras fuentes que tratan de cumplir la misma meta, es traerte al punto donde, dentro de tu ser, más allá de las palabras, más allá de tu pensamiento, tú sabes que ESTÁS así de amado, de a salvo, y de protegido.
Como el Cristo, como el Hijo de Dios, tienes un Padre quien, literalmente, está ansioso de concederte cada deseo, SIN EXCEPCIONES. Aquellos que han sido padres en esta tierra o quienes anticipan ser padres, han pensado sobre la experiencia de cuidar un hijo. Y tú has previsto, o quieres prever que vas a darle a ese niño todas las bendiciones posibles, pero, sin embargo, CON EXCEPCIONES. Y, entonces, tomas decisiones sobre qué es lo mejor para tu hijo. Y, desde el amor, verdaderamente limitas lo que tu hijo puede experimentar. Pero te aseguro ahora que a ti, como Hijo de Dios, tu Padre no te ha puesto NINGUNA LIMITACIÓN DE NINGUNA CLASE.
¡Ah! sí, si deseas llamar a esto limitación…: tú eres Espíritu y ERES totalmente libre, y sobre eso no tienes elección. Pero aun así, no tienes limitaciones. Porque puedes, en verdad, así como haces ahora, imaginarte a ti mismo aislado, solo, inseguro, limitado por tu cuerpo, amenazado por todos lados. Puedes imaginarte eso y llevarlo a cabo con todo cuidado, miseria y miedo. Y según realizas el sueño, puedes si lo deseas sentirte aterrorizado. Eres libre de experimentar todo lo que desees, aunque si no es gozo, solo es tu fantasía.
Así que una vez más: como el Hijo de Dios, eres libre de experimentar cada deseo. Y Dios está ansioso y te impulsa a experimentar cualquier cosa que puedas imaginar. En verdad, esta estancia en tu tierra es solo una de esas fantasías. Dios te ha dejado la libertad de imaginarla con todo el gusto y la alegría que puedes elegir. Y te aseguro que llegará un tiempo en que mirarás a tu miedo, a tu soledad y tu miseria, y verás que detrás de todo ello realmente había gozo. Así que incluso eso que experimentas en esta tierra es finalmente una fuente de gozo para ti, pese a que esta verdad pueda resultar muy difícil de aceptar en este momento. Si no fuera por tu valorar y tu actitud, conocerías cada experiencia como algo a ser disfrutado. De esto hemos hablado muchas veces.
Así que TÚ eres el Cristo. Y cuando mires adentro, cuando mires a tu Ser, verás el poder que te fue dado por Dios, la inocencia dada a ti por Dios. Verás la capacidad creativa, la carcajada, la alegría y la paz. Y entonces reconocerás tu Ser como el Hijo de Dios. Te aseguro una vez más que lo único que te impide verte a ti mismo así, en este momento, es tu valorar.
Como un niño, libre como el viento, si tan solo eligieras contemplar tu experiencia aquí, en esta tierra, como solamente eso… una experiencia… algo para ser experimentado con el solo propósito del disfrute, y sin ninguna otra consecuencia…, algo que no es para ser valorado, sino solo para ser disfrutado… entonces, verías a tu Ser en la inocencia infantil. Y verías dentro de tu Ser la faz de Cristo.
Existe una manera que te hará más fácil ver el Cristo. La manera más fácil para ello, para ver la inocencia infantil, la pureza, el gozo… la manera más fácil, te aseguro, es ver eso en tus hermanos. Es eso lo que tu perdón te traerá. Cuando les concedas a tus hermanos la libertad total de ser lo que ellos son, de ser cualquier cosa que ellos imaginen, en la certeza de que no pueden hacer nada, ni puedan dañarte de ninguna manera… cuando les concedas la libertad en ese sentido, entonces, TÚ, serás libre.
Cuando los ves en lo que parece ser su dolor, miedo y miseria…, y cuando tú, con la Visión de Cristo, mires más allá de eso hacia el Espíritu, hacia el actor que está escenificando un papel por el puro disfrute de ello… mientras que sabes que el guión de ese rol no cambia su realidad de ninguna manera… entonces… verdaderamente CONTEMPLARÁS su libertad, y la recibirás para ti mismo. Así, cuando verdaderamente perdonas a tu hermano, lo cual es amarlo por la realidad de lo que él es, y no por el papel que actualmente está actuando en este mundo de sueños… cuando lo ves en la luz y la paz, y sabes que lo que está experimentando es solamente su elección…, entonces sabrás lo mismo sobre ti mismo. Cuando conozcas, más allá de tus palabras, que todo en TU vida ES de tu propia elección, de tu propia creación…, entonces SERÁS tan libre como ves a tu hermano.
Y en el lado negativo, si restringes a tu hermano, si piensas en él como un cuerpo, si piensas en él como siendo una víctima del miedo, si crees que está enfermo y que puede morir, entonces, ese será tu deseo para ti mismo. Y eso te parecerá que es lo que experimentas aquí, mientras aún permaneces en este mundo.
Hermanos míos, los veo en la realidad, en verdad. No los veo como cuerpos. Los veo como luz, una energía que resplandece, que brilla y brilla para siempre. Soy consciente dentro de mi ser de su alegría, de su paz, de su risa y su inviolable libertad… que no os pueden ser quitadas. Los veo solamente así. Y así, yo soy lo mismo.
Por tanto te insisto, desde el amor más grande, que contemples a tu hermano tal y como me ves a mí. Si puedes imaginarme perfecto, bueno, libre, entonces cada hermano no es menos que yo, y no es menos que tú. Escúchame bien. No soy más grande que tú. No soy más grande que ningún hermano que camine por este mundo, que haya estado o que vaya a estar por aquí. Porque todos somos UNO. Como me conozco en verdad, te conozco a ti. Y he venido aquí a compartir contigo este día, y los demás días, para que puedas llegar a verte a ti mismo como yo te veo a ti, y para que puedas ver a tus hermanos como yo los veo a ellos.
Así, cuando te mires a ti mismo, como dije la última vez, ves el cielo, los pájaros, la grama, el viento, los árboles y las flores, como tu propia creación. Sé agradecido con tu Ser. Pero, más aún, cuando veas a cada hermano, pasa por alto las apariencias. Mira hacia la libertad. Mira el héroe del sueño. Porque él ES el Hijo de Dios. Y él ES libre. El está lleno de alegría y risas. Su condición es de paz absoluta para siempre, por siempre… hasta que el tiempo se acabe.
Cuando veas eso en tu hermano, verás verdaderamente el Cristo, el Hijo de Dios. Entonces sabrás que, en realidad, estás mirando al espejo de tu propio SER. Y toda esa paz, alegría y libertad, serán tuyos.
Bendiciones para todos. Eso es todo.

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