martes, 7 de octubre de 2014

UN CURSO DE AMOR : CASPITULO 13 , OBSERVACION Y EXPERIENCIA

Capítulo 13. Observación y experiencia

Aunque no lo constatarás al principio, porque no tienes experiencia sino solo un recuerdo de habertesentido de esa manera, pronto descubrirás que los recuerdos que evocas del espíritu de los demás incluyen recuerdos que son tuyos, recuerdos de tu propio Ser. Puesto que no existe espíritu que no sea parte de ti o tú de él.

13.1 Nunca “entenderás” plenamente qué significa la unidad, pero sí llegarás a sentir lo que significa. Esto te lo prometo. Este es el trabajo que se plantea este curso, pues una vez que hayas sentido la unidad, no necesitarás entenderla. Para esto son los ejercicios que te invitan a observar tu cuerpo. Son la preparación para lo que vendrá: la preparación para sentir aquello que no es de tu cuerpo. Nuestro próximo ejercicio lleva esto un paso más allá y es simplemente una extensión del primero. En él comenzarás a constatar que tus hermanos y hermanas no son sus cuerpos, así como tú no eres el tuyo. Es una extensión natural de la observación de tu cuerpo en acción, pues mientras tu cuerpo parece interactuar con otros y tú observas esa interacción, te “verás” a ti mismo y a los demás bajo una nueva luz. Tu cuerpo parecerá más conectado con el de aquellos con quienes interactúas, porque estarán agrupados juntos en tu observación de ellos. No observarás solo a los demás, sino a ti y a “ellos” ubicados allí donde estéis. Esta aparente cualidad de agrupación de los cuerpos no es más que un primer paso que te conducirá más allá de la ilusión de los cuerpos hacia la cualidad de agrupación de los espíritus.

13.2 A medida que observas, pero no con tu mente sino siempre con tu corazón, y a medida que comienzas a incluir a los demás en tu observación, te pido que te concentres en una única cosa. El ejercicio es simple y a la vez placentero. Solo requiere que te preguntes una sola cosa: qué conoces ya del espíritu de la persona que observas. Te asombrarás del conocimiento que ya tienes y del gozo que te trae recordarlo.

13.3 Estos son ejercicios de recuperación de la memoria, y cuanto más los practiques más recuperarás los verdaderos recuerdos. No apliques esfuerzo para hacerlos, en especial cuando se trata de recordar el espíritu. Solo deja que las impresiones vengan a ti, y cuando te provoquen una sensación como de sonrisa, sabrás que los recuerdos están llegando. En cambio, si al tratar de recordar te descubres con el ceño fruncido, sabrás que te estás esforzando y que por tanto necesitas dejar el ejercicio por un rato. De todos modos, si le dedicas a este ejercicio un poco de práctica consistente, pronto llegará a ser una rutina para ti pues desearás experimentar continuamente el placer que te otorga.

13.4 Aunque desees expresar lo que sientes con palabras, este ejercicio no contempla ponerles palabras a los sentimientos o usarlas para describir el espíritu. Es mejor dejar las palabras a un lado, o de lo contrario pronto estarías adjudicándole ciertos atributos a un espíritu y no a otro, con el único fin de diferenciarlos. El propósito de la experiencia es demostrarte que los espíritus no pueden ser diferenciados ni comparados ni definidos de la misma manera en que en el pasado definiste sus cuerpos.

13.5 Pronto descubrirás que lo que recuerdas del espíritu es amor. Al principio querrás darle muchos nombres y hasta es posible que no lo reconozcas como amor, puesto que llegará sin toda la tristeza y la nostalgia que a menudo sueles asociar con él. Y aunque la sensación de amor que te embarga puede sentirse como valentía en uno o como amabilidad en otro, lo único que se te anima a sentir es que dejes que los sentimientos vengan a ti y junto con ellos la conciencia de que aunque no hay dos espíritus exactamente iguales, tampoco son “diferentes”. El amor de cada uno te llenará de felicidad pues ya está completo y no tiene necesidades ni anhelos ni tristezas de ningún tipo. Al estar completo no te pedirá nada, sino que parecerá ofrecerte una cálida bienvenida, como si tú fueses un amigo que perdido desde hace mucho regresa ahora al hogar.

13.6 Y eso eres. Esta es la nueva “prueba” que, aunque no sea científica o verificable, te proporcionará la evidencia que buscas para confirmar la verdad de lo que aquí se te dice. Lo único que necesitas para recoger esta nueva evidencia es confiar en tu propio corazón. ¿Estás dispuesto a creer en lo que te diría tu corazón?

13.7 Este ejercicio no debería tomarte tiempo ni interrumpir tu camino ni el fluir de tu conversación. Solo requiere que cobres consciencia del espíritu y permitas que esta consciencia more en ti. Si sientes resistencias para hacer este ejercicio, recuerda que ya sabes que eres más que tu cuerpo, y pregúntate si acaso no vale la pena hacer todo lo que puedes para ser consciente de ese “más” que sabes que eres.

13.8 Aunque no lo constatarás al principio, porque no tienes experiencia sino solo un recuerdo de haberte sentido de esa manera, pronto descubrirás que los recuerdos que evocas del espíritu de los demás incluyen recuerdos que son tuyos, recuerdos de tu propio Ser. Puesto que no existe espíritu que no sea parte de ti o tú de él. Si estos recuerdos te distraen, no los dejes a un lado como interrupciones, sino recuerda que todo aquello que te distraiga del pequeño yo que crees ser vale los minutos que dediques a contemplarlo.

13.9 ¿Qué otras objeciones puedes tener? Te pedimos que no sigas ninguna instrucción salvo la que proviene de tu propio Ser. Invitamos al regreso de lo que ya conoces y a dejar que tu verdadero Ser te guíe suavemente de vuelta a donde quieres estar, y donde ya estás en verdad.

13.10 Tu ego se resistirá con fuerza a tus intentos de escuchar a tu corazón, y los llamará tonterías y pérdida de un tiempo que podría emplearse en cosas mejores. Sin embargo no es necesario ni tiempo ni dinero ni ninguna de las otras cosas que valoras. Y no existe la menor posibilidad de que lo que buscas te haga parecer ridículo.

13.11 ¿Podrían verse demolidas algunas de tus ideas preconcebidas sobre ti y sobre los demás? ¡Ah, sí! Enhorabuena. Con alegría las dejarás ir y, si confías en ti mismo, también se irán todas esas pruebas en contra de tu hermano que acumulaste a lo largo de los años.

13.12 Al principio resultará difícil para cada uno de vosotros aceptar la inocencia y la impecabilidad, tuya y de los demás, porque tu recuerdo no contendrá ni rastro de los errores o las malas acciones pasadas. Nadie te habrá herido ni habrá lastimado a los demás. No habrá motivos para la culpa en este recuerdo. Ni vergüenza ni miedo, ni quejas de ningún tipo. Pues ahora el perdón ya se ha logrado —y cuando el recuerdo del perdón regrese a ti, ¿puede acaso estar muy lejos el recuerdo de tu Padre, o de tu propio ser?

No hay comentarios:

Publicar un comentario