miércoles, 8 de octubre de 2014

UN CURSO DE AMOR : CAPITULO 14, RELACCIONES ESPECIALES TERRENALES Y HUMANAS

Capítulo 14. Relaciones especiales terrenales y humanas

Lo que ahora nos concierne es tu respuesta ante el amor, pues el amor regresa y tú no quieresresponder de la misma manera otra vez.

14.1 El propósito de la vida que compartes aquí con tus hermanos y hermanas ha sido desafiar la creación de Dios. Ahora ese propósito común debe transformarse en el de recordar quién eres dentro de la creación de Dios, más que en el mundo que tú has fabricado. Dedícate a pensar en esto unos minutos y comprenderás la enorme diferencia que existe entre ambos propósitos.

14.2 ¿Acaso no es verdad que has convertido la creación en tu enemigo? ¿Te sientes parte de ella y en unidad con todo lo que contiene? Si no es así, te has convertido en enemigo de la creación. Buscas ser diferente del resto, y al hacerlo proclamas que una parte de la creación es mejor que otra. Buscas entonces fragmentar la creación tal y como te has fragmentado a ti mismo. Y desde ese lugar de privilegio que has establecido, en el que te ves como el epítome de la creación de Dios, ves que el resto de la creación está para servir a tus fines. Puesto que tu fin o meta es la separación y ser diferente de todo el resto, quieres que la creación se someta a este fin, una meta imposible de alcanzar, del mismo modo que es imposible tu separación de aquello que crees distinto de ti.


14.3 No puedes tener sentimientos de superioridad sin crearte enemigos. Lo mismo ocurre cuando te sientes inferior. Siempre te ubicas en uno de los dos extremos, y todo conflicto y esfuerzo tiene origen en tu insistencia en estar separado. No puedes no estar en guerra contra aquel que veas como enemigo. Y donde hay guerra no hay paz. La guerra no es solamente actividad exterior. Esta actividad exterior es simplemente el efecto de una causa que queda en el interior, y toda guerra no es más que una guerra contra ti mismo.

14.4 ¿Acaso no ves de qué manera la idea que tienes del cielo como un logro que se alcanza tras la muerte se adecua a los fines de la separación? Si lo que crees del cielo fuese cierto, tu desafío a la creación sería real, y solo la muerte saldría victoriosa. Pues si después de la muerte tu creador te proporcionara un paraíso ultraterreno, un lugar especial para honrarte como alguien especial y separado de todo lo demás que Él creó, el propósito de tu guerra sería santificado, tú tendrías la razón, y la creación estaría equivocada.

14.5 ¿Tendría esto sentido? ¿Qué creador haría un mundo en el cual el logro más elevado en el mundo sería abandonarlo para tener vida? ¿Qué creador crearía un mundo donde no existiese la armonía? La armonía es vida. ¿Qué creador crearía una vida temporal y se guardaría la vida eterna como recompensa de la muerte?

14.6 Si puedes ver el carácter absurdo de una creación y de un creador así, y si aun con eso sigues creyendo en ellos, tienes que creer en un dios demente. Tú, que te enorgulleces de la razón y del sentido práctico, piensa si tal creación podría contener motivo alguno. ¿Por qué crees en ella entonces?

14.7 Tú, que te enorgulleces de un dios de la razón y del intelecto, piensa detenidamente en lo que tu razón y tu intelecto han hecho contigo. ¿Acaso no es terrible constatar que, a pesar de todos tus denodados esfuerzos, una creación como esta no tiene ningún sentido? Aquellos que le han dado la espalda a Dios y se niegan a creer en semejante sinsentido, simplemente se niegan a ubicar la razón allí donde no encaja sin ver que existe una alternativa.

14.8 No se te llama a que creas en lo increíble ni a que dejes de lado todo lo que la razón te diría. Por el contrario, se te pide que abandones las leyes del caos y adoptes las de la razón, que abandones las leyes de la ilusión y asumas las de la verdad.

14.9 No pienses que la razón se opone al amor; es el amor el que da fundamento a la razón. El fundamento de tu mundo de demencia es el miedo. El fundamento del Cielo, tu verdadero hogar, es el amor. El mismo mundo, mirado a partir de estos fundamentos distintos, no puede dejar de ser visto de maneras muy diferentes.

14.10 Tus ideas sobre el amor, sin embargo, se adaptan a tus fines de separación con tanta nitidez como tu idea del cielo. Entonces lo que exiges del amor es que te distinga y te vuelva especial. Les exiges mucho más a quienes amas que a tus otros hermanos y hermanas. Lo que pides de plus a aquellos es que alimenten tu idea de ser especial. Buscas una confirmación constante con pruebas de que la persona que amas te ama a su vez, y, si no la encuentra tal y como pretendes, sientes que tienes motivos para quejarte por heridas que no pueden ser sanadas, y por reparaciones que no pueden ser pagadas. Así es como encadenas a la persona que más amas, y a esa cadena, la más grande de todas las cadenas, lo llamas “una relación”.

14.11 Esto puede verse con claridad en las relaciones que alguna vez lo fueron “todo” para ti y luego te fallaron. Todo el mundo tiene un recuerdo de tales relaciones y cada uno tiene al menos una por el estilo. Puede ser una relación de padre o madre e hijo, o de un mejor amigo, o de pareja, de asociado, o incluso una relación de mentor o alumno. Cualquiera que haya sido la configuración de la relación, se trata de una que realmente te proporcionó gozo. En ella eras feliz y sentías que no necesitabas nada más. Era tan intensa que en su momento cumbre veías en su continuidad sin cambios la meta más importante de tu vida. Sin ella, la vida no valdría la pena, por tanto era necesario retenerla a toda costa.

14.12 Este ejemplo clásico puede revelarte mucho acerca de ti y del mundo que has construido si estás dispuesto a verlo con ojos que ven de verdad. Es la lupa que te permitirá ver tu mundo y toda su demente confusión. Puesto que aquello que te trajo tanto gozo lo hizo a precio de dolor y te dejó más solo e insatisfecho que antes. ¿Cómo podría decirse esto del amor? ¿Cómo podría haberte fallado tanto?. ¿Y cómo, si fuera real – y ciertamente lo sentiste como si fuera así – podría esto demostrar otra cosa sino que el amor no es la respuesta, por lo menos para ti?

14.13 Debemos comenzar por lo obvio, por un elemento simple que algunos han negado y que otros no pudisteis negar. Lo que hace que esta relación se destaque en tu mente y provoque tanto dolor en tu memoria es que fue muy real, y lo fue de una forma distinta de tus relaciones anteriores o de las que vinieron desde entonces. Ninguna otra relación te afectó de esta manera. Nunca estuviste más seguro del valor de una relación. Algo que te hacía sentir tanto gozo, seguridad, calidez y amor ha de tener un valor más allá de toda comparación. En esto estabas en lo cierto. No fue la ilusión lo que te hizo sentir de este modo. Ese no era el tipo de amor que se hace pasar por amor en este mundo, sino algo completamente diferente. Al menos por un momento, aunque fuese breve, fue un auténtico amor, pues solo el amor puede ser fuente de tal gozo y ofrecerte un cielo de seguridad en un mundo tan demente.

14.14 Lo que ahora nos concierne es tu respuesta ante el amor, pues el amor regresa y tú no quieres responder de la misma manera otra vez.

14.15 Quieres conservar todo aquello que consideras valioso. Esto tiene perfecto sentido para ti porque el fundamento de tu mundo es el miedo. Si el fundamento de tu mundo fuese el amor, querrías compartir de inmediato todo lo valioso. Quizá crees que el deseo de conservar las cosas para ti mismo proviene de algo que no es el miedo. Puedes llamarlo orgullo o seguridad, incluso eres capaz de aceptar que es vanidad antes que llamarlo miedo. Pero no es otra cosa que miedo.

14.16 Solo el miedo produce los sentimientos de carencia que lo acompañan, el elemento fundamental para construir tu mundo de separación. No constatas que has creado tu propio universo, el cual necesitas mantener y que sin tu esfuerzo se disolvería. Este universo eres tú, y tú eres todo en él. ¿Acaso no crees que si pereces el mundo perdería algo muy único? Estás solo y eres irreemplazable: único en tu especie. En ti habita todo aquello con lo que esperas contribuir y que esperas crear. En las acciones e interacciones de tu vida residen todos los efectos que esperas tener en lo que queda aquí. Sin ti, las personas y acontecimientos sobre los que influyes serían diferentes y producirían resultados diferentes de los que de cierta manera se supone que iban a darse. Aunque aún no conoces tu propósito, al menos una parte de ti cree que esto es verdad, y así tu existencia debe tener un motivo —pese a que no puedas imaginar realmente cuál sería. Tiene que haber un motivo para tu existencia, puesto que eres, y no puedes imaginar que no haya una razón para que existas.

14.17 ¿No es esta una descripción de un universo? ¿Qué es un universo sino él mismo y todo lo que contiene en él? Nada parece existir fuera de él, por lo que debe ser único. Todo lo que ocurre dentro del universo depende de él.
14.18 Crees que eres bastante consciente de tu pequeño espacio dentro del universo y que resulta insensato decirte que pienses de otra manera. Sin embargo, si solo lo que conoces es parte de tu universo, ¿acaso no ves que depende de ti, y que si depende de ti ese universo eres tú? Solo aquello de lo que eres consciente existe en ese universo que eres tú. Solo lo que te ocurre a ti afecta a tu universo. Tu universo es totalmente distinto del de los demás y es autocontenido. Las leyes de tu universo están hechas para el mantenimiento de tu cuerpo, puesto que sin él no existirías. Y cuando dejas de existir, también lo hace tu universo; sus luces se apagarán y ya no será.

14.19 ¡Qué trabajo arduo te has asignado! No es ninguna sorpresa que vivas con miedo cuando hay tanto que depende de ti. Y tampoco es una sorpresa que cuando encuentras un alivio, un lugar de solaz, belleza y amor, quieras apropiarte de él antes de que se disipe. Esto también debería mantenerse dentro de tu universo o te perderías sus beneficios. Deseas unirte a él y hacerlo uno contigo, pero como no sabes cómo hacerlo, tratas de hacerlo “lo mejor que puedes”, es decir, de mantenerlo cerca, como un universo gemelo que existe por separado pero lo bastante cerca como para que puedas verlo y sentir los beneficios de su calidez a causa de su proximidad. Más que esto no puedes hacer, pero lo sigues intentando. Quisieras encadenar este universo separado al tuyo, puesto que mientras mantenga su autonomía —y tiene que tenerla—, ni siquiera su proximidad es suficiente. Lo que intentas después es un tipo de intercambio, como si se tratara de dos países, que, cuando uno rico en petróleo y otro en cereales, establecen dependencias mutuas que los mantendrán vinculados. Hay quienes lo hacen de manera obvia, y a lo largo de muchos años crean de este modo una intrincada red de diseño, una trampa que parece imposible de desmantelar debido a sus interconexiones. Otros experimentan esta trampa solo en sus mentes en la medida en que traman y planean lo que nunca tendrán oportunidad de llevar a cabo. Y otros, más timoratos, la disfrazan para que parezca sacrificio o generosidad. Sin embargo, todos tienen el mismo propósito en mente. Ninguno se da cuenta de que el miedo ha reemplazado al amor
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14.20 Hay quienes tienen conciencia del miedo a perder el amor, hablan de ello y tratan de aliviar el miedo con compromisos y promesas oficiales. Otros niegan el miedo y dicen que confían en lo que tienen y en la fidelidad de la persona que aman. Aún menos son los que no necesitan proclamar su fe y confianza, puesto que sus sentimientos permanecen fuertes a pesar de su miedo. Pero aun quienes no temen al desengaño, temen el gran desengaño final. Ya le llamen vida, o le llamen muerte, es lo mismo. Es la posibilidad que no puede ser prevista pero que siempre está: la muerte puede llevarse prematuramente a quien aman, y si no es prematuramente, lo hará tarde o temprano.

14.21 Pero todos, tanto quienes admiten el miedo como quienes no, creen que el amor existe a pesar del miedo, y se creen afortunados por haber encontrado un amor que por un tiempo los proteja de todas las demás cosas que temen. Sin embargo, a lo que más le temen es a la pérdida del amor. Tú, que has dado todo por estar solo y separado, a lo que más le temes es a aquello por lo que más has dado para lograrlo. ¿Y qué es la pérdida del amor sino una confirmación del estado de separación? ¿Qué es la pérdida del amor sino quedarte solo?

14.22 La pérdida del amor procede de una única fuente. Puedes llamarla miedo o separación, pero es la misma cosa, puesto que en tu estado de separación pides que el amor te haga especial para alguien, y que ese alguien sea especial para ti. Crees que esta es la finalidad del amor, y por tanto lo conviertes en algo que no es y a eso lo llamas amor.

14.23 Te parece que el cielo solo puede estar estar hecho para adecuarse a tu meta de separación, igual que el amor. No puedes cambiar lo que es el amor ni lo que es el cielo. Lo único que parece cambiar es el propósito o la función que les asignas. Eres tú quien le ha dado al cielo el propósito de que te proporcione algo por lo que esperar, la recompensa por una vida vivida de acuerdo a tus propias reglas, un premio para unos y no para otros, un logro que cuando te hayas ido te demostrará tu éxito al haber tenido una buena vida. Al amor le das el mismo propósito, pero le asignas la tarea de recompensarte aquí y ahora. Como el cielo, es tu prueba de que eres bueno y valioso, tan especial, que eres recompensado por ello.

14.24 Así es como has creado una parodia de lo que realmente significan el amor y el cielo. Van juntos, y eso lo sabes, pero su propósito no es el que les has otorgado. El propósito que le das a cada cosa dentro de tu mundo la convierte en aquello que es para ti. Pero como todo propósito que le asignas a algo procede de ese fundamento de miedo sobre el que has construido tu mundo, cada propósito es tan absurdo y tan opuesto al de la verdad como el siguiente.

14.25 Por este motivo este curso no puede simplemente hablar de amor y acercarte a él más de lo que ya estás. Mientras no cobres conciencia del verdadero propósito de cada cosa, no podrás conocer el amor ni tu Ser.

14.26 Mientras tu propósito sea hacer de ti mismo y de los demás algo especial, no pondrás fin a la separación. Y tú no puedes abandonar solamente tu carácter especial, pues mientras te aferres al carácter especial de los demás, continúas aferrándote al tuyo. No hay razón para aferrarse al carácter especial de los demás si no te aferras al tuyo. Lo que das a otros, lo guardas para ti. Cuando les asignas a otros un carácter especial, también te lo guardas para ti y lo ves en ellos en lugar de verlos en toda su gloria. El hecho de ser especial los mantiene separados y, por ende, susceptibles de ser perdidos. ¿Cómo puedes perder lo que es uno contigo? No puedes. Solo puedes perder lo que está separado, y el especialismo construye separación.

14.27 Ese es el problema que conlleva el hecho de que en tus relaciones de amor “especiales” hay mezclado un verdadero especialismo, que no es especialismo en absoluto, sino gloria. El hecho de unirte provocó esto, puesto que toda unión te pone en contacto con tu hermano. Cada unión te devuelve a tu relación sagrada con tu hermano, que es la única que en verdad tienes. Solo esta relación es real y en ella están incluidas todas las demás. Una no descarta ni reemplaza a la otra. Lo real lo incluye todo. Lo irreal es nada.

14.28 Tú que no sabes cómo cambiar tu estado de separación por la unión, ya lo has hecho cuando has amado libremente y sin miedo. En este estado recuerdas quién eres, tienes gozo y eres inocente y uno con el amor mismo. El hecho de que este recuerdo no perdure y que los sentimientos parezcan insostenibles es resultado de aquello que echan y reemplazan. Como hemos dicho antes, solo existen dos emociones. Una es el amor y la otra el miedo. Por tu elección, el miedo reemplaza y desplaza al amor. El miedo siempre es más fuerte cuando valoras algo que sientes amenazado. El amor amenaza tu carácter especial. Antes de que tu mente consciente se dé cuenta de lo que ocurre, tu recuerdo del amor, la inocencia y el gozo amenazan a tu especialismo, a tu ego, y a tu ser separado, el cual corre presuroso a reemplazar ese amor. Solo el miedo puede quitarte la memoria del amor o reemplazar tan rápidamente la gloria, que es tu naturaleza, con el especialismo, que no lo es.

14.29 Crees que el amor es lo que más valoras y, entonces te resistes a toda idea que te diga que aquello que percibes como amor no es lo que crees que es. Pero, mientras identifiques al amor con las personas de carácter especial a quienes se lo adjudicas, no conocerás el amor. Lo que conocerás, en cambio, es el especialismo elevado al nivel del Todopoderoso, sentado en Su trono, coronado de joyas.

14.30 En tu mundo el amor no tiene sentido salvo que esté vinculado con algo en particular. Y tan pronto como el amor queda así vinculado, aparece su opuesto. Mientras te niegues a aceptar este hecho tan simple no hay esperanza de que cambies ni de que tu mundo cambie. Tú, que piensas: “¿qué mal puede haber en amar a este por encima de todos los demás?”, vuelve a pensar. No eliges amar sino convertir a alguien en especial. Y al hacerlo eliges que lo opuesto del amor se vuelva real para ti y para quienes dices amar, así como para quienes dices no amar.

14.31 Preguntémonos en cambio: ¿qué mal puede haber en amar a todos como uno? Si amas a todos por igual, ¿qué pérdida puede haber, incluso para aquella persona que elegirías como especial? Lo único que se pierde es el carácter de especial. Esta es una visión de la vida que no puedes ni pensar que pueda ocurrir, ni tampoco imaginarte el gozo que conlleva. Pero esto es lo que necesitas empezar a imaginar si deseas aceptar la llegada del amor en vez de rechazarlo una vez más. Pues rehusarte a abandonar el especialismo equivale a rechazar al Cristo en ti y a rechazar al amor mismo.

martes, 7 de octubre de 2014

UN CURSO DE AMOR : CASPITULO 13 , OBSERVACION Y EXPERIENCIA

Capítulo 13. Observación y experiencia

Aunque no lo constatarás al principio, porque no tienes experiencia sino solo un recuerdo de habertesentido de esa manera, pronto descubrirás que los recuerdos que evocas del espíritu de los demás incluyen recuerdos que son tuyos, recuerdos de tu propio Ser. Puesto que no existe espíritu que no sea parte de ti o tú de él.

13.1 Nunca “entenderás” plenamente qué significa la unidad, pero sí llegarás a sentir lo que significa. Esto te lo prometo. Este es el trabajo que se plantea este curso, pues una vez que hayas sentido la unidad, no necesitarás entenderla. Para esto son los ejercicios que te invitan a observar tu cuerpo. Son la preparación para lo que vendrá: la preparación para sentir aquello que no es de tu cuerpo. Nuestro próximo ejercicio lleva esto un paso más allá y es simplemente una extensión del primero. En él comenzarás a constatar que tus hermanos y hermanas no son sus cuerpos, así como tú no eres el tuyo. Es una extensión natural de la observación de tu cuerpo en acción, pues mientras tu cuerpo parece interactuar con otros y tú observas esa interacción, te “verás” a ti mismo y a los demás bajo una nueva luz. Tu cuerpo parecerá más conectado con el de aquellos con quienes interactúas, porque estarán agrupados juntos en tu observación de ellos. No observarás solo a los demás, sino a ti y a “ellos” ubicados allí donde estéis. Esta aparente cualidad de agrupación de los cuerpos no es más que un primer paso que te conducirá más allá de la ilusión de los cuerpos hacia la cualidad de agrupación de los espíritus.

13.2 A medida que observas, pero no con tu mente sino siempre con tu corazón, y a medida que comienzas a incluir a los demás en tu observación, te pido que te concentres en una única cosa. El ejercicio es simple y a la vez placentero. Solo requiere que te preguntes una sola cosa: qué conoces ya del espíritu de la persona que observas. Te asombrarás del conocimiento que ya tienes y del gozo que te trae recordarlo.

13.3 Estos son ejercicios de recuperación de la memoria, y cuanto más los practiques más recuperarás los verdaderos recuerdos. No apliques esfuerzo para hacerlos, en especial cuando se trata de recordar el espíritu. Solo deja que las impresiones vengan a ti, y cuando te provoquen una sensación como de sonrisa, sabrás que los recuerdos están llegando. En cambio, si al tratar de recordar te descubres con el ceño fruncido, sabrás que te estás esforzando y que por tanto necesitas dejar el ejercicio por un rato. De todos modos, si le dedicas a este ejercicio un poco de práctica consistente, pronto llegará a ser una rutina para ti pues desearás experimentar continuamente el placer que te otorga.

13.4 Aunque desees expresar lo que sientes con palabras, este ejercicio no contempla ponerles palabras a los sentimientos o usarlas para describir el espíritu. Es mejor dejar las palabras a un lado, o de lo contrario pronto estarías adjudicándole ciertos atributos a un espíritu y no a otro, con el único fin de diferenciarlos. El propósito de la experiencia es demostrarte que los espíritus no pueden ser diferenciados ni comparados ni definidos de la misma manera en que en el pasado definiste sus cuerpos.

13.5 Pronto descubrirás que lo que recuerdas del espíritu es amor. Al principio querrás darle muchos nombres y hasta es posible que no lo reconozcas como amor, puesto que llegará sin toda la tristeza y la nostalgia que a menudo sueles asociar con él. Y aunque la sensación de amor que te embarga puede sentirse como valentía en uno o como amabilidad en otro, lo único que se te anima a sentir es que dejes que los sentimientos vengan a ti y junto con ellos la conciencia de que aunque no hay dos espíritus exactamente iguales, tampoco son “diferentes”. El amor de cada uno te llenará de felicidad pues ya está completo y no tiene necesidades ni anhelos ni tristezas de ningún tipo. Al estar completo no te pedirá nada, sino que parecerá ofrecerte una cálida bienvenida, como si tú fueses un amigo que perdido desde hace mucho regresa ahora al hogar.

13.6 Y eso eres. Esta es la nueva “prueba” que, aunque no sea científica o verificable, te proporcionará la evidencia que buscas para confirmar la verdad de lo que aquí se te dice. Lo único que necesitas para recoger esta nueva evidencia es confiar en tu propio corazón. ¿Estás dispuesto a creer en lo que te diría tu corazón?

13.7 Este ejercicio no debería tomarte tiempo ni interrumpir tu camino ni el fluir de tu conversación. Solo requiere que cobres consciencia del espíritu y permitas que esta consciencia more en ti. Si sientes resistencias para hacer este ejercicio, recuerda que ya sabes que eres más que tu cuerpo, y pregúntate si acaso no vale la pena hacer todo lo que puedes para ser consciente de ese “más” que sabes que eres.

13.8 Aunque no lo constatarás al principio, porque no tienes experiencia sino solo un recuerdo de haberte sentido de esa manera, pronto descubrirás que los recuerdos que evocas del espíritu de los demás incluyen recuerdos que son tuyos, recuerdos de tu propio Ser. Puesto que no existe espíritu que no sea parte de ti o tú de él. Si estos recuerdos te distraen, no los dejes a un lado como interrupciones, sino recuerda que todo aquello que te distraiga del pequeño yo que crees ser vale los minutos que dediques a contemplarlo.

13.9 ¿Qué otras objeciones puedes tener? Te pedimos que no sigas ninguna instrucción salvo la que proviene de tu propio Ser. Invitamos al regreso de lo que ya conoces y a dejar que tu verdadero Ser te guíe suavemente de vuelta a donde quieres estar, y donde ya estás en verdad.

13.10 Tu ego se resistirá con fuerza a tus intentos de escuchar a tu corazón, y los llamará tonterías y pérdida de un tiempo que podría emplearse en cosas mejores. Sin embargo no es necesario ni tiempo ni dinero ni ninguna de las otras cosas que valoras. Y no existe la menor posibilidad de que lo que buscas te haga parecer ridículo.

13.11 ¿Podrían verse demolidas algunas de tus ideas preconcebidas sobre ti y sobre los demás? ¡Ah, sí! Enhorabuena. Con alegría las dejarás ir y, si confías en ti mismo, también se irán todas esas pruebas en contra de tu hermano que acumulaste a lo largo de los años.

13.12 Al principio resultará difícil para cada uno de vosotros aceptar la inocencia y la impecabilidad, tuya y de los demás, porque tu recuerdo no contendrá ni rastro de los errores o las malas acciones pasadas. Nadie te habrá herido ni habrá lastimado a los demás. No habrá motivos para la culpa en este recuerdo. Ni vergüenza ni miedo, ni quejas de ningún tipo. Pues ahora el perdón ya se ha logrado —y cuando el recuerdo del perdón regrese a ti, ¿puede acaso estar muy lejos el recuerdo de tu Padre, o de tu propio ser?

domingo, 28 de septiembre de 2014

UN CURSO DE AMOR , CAPITULO: 12 EL ORIGEN DE LA SEPARACION

Capítulo 12. El origen de la separación

Lo que llamamos Padre no es más que el rostro celestial de la creación, una personificación de lo queno puede ser personificado. Te resulta difícil creer que la creación en sí misma pueda ser benévola y generosa o simplemente otro nombre del amor, pero así es. Dios es el punto de inicio de la creación, el creador de la creación y también la creación misma.

12.1 Parte de tu problema con este curso es la palabra amor. Si tomase esta palabra y la cambiara por algún sofisticado término técnico y te dijera que eso es lo que mantiene al mundo en unidad, lo aceptarías con mayor facilidad. Si te dijera que no sabes nada de esa sofisticada palabra y por eso has creído en tu separación en lugar de tu unidad con todas las cosas, estarías mucho más dispuesto a asentir y decir “simplemente lo ignoraba, como también lo ignoraba el resto”. Si un científico te dijera que se acaba de descubrir una energía benigna que demuestra tu conexión con todo el universo y le diera a esta energía un nombre sofisticado, tú dirías: “se ha hecho un nuevo descubrimiento, y estoy dispuesto a creer que puede ser verdadero, en especial si los demás también lo creen."

12.2 Te sientes un poco engañado cuando se te dice que el amor es la respuesta. Te sientes abochornado cuando se te dice que no conoces el amor. Te sientes un poco desengañado cuando piensas que quizás el amor no se limite a lo que creíste que era. Piensas que es típico que un texto espiritual te diga que el amor es la respuesta, como si nadie lo hubiese dicho antes. Ese mensaje fue predicado hace mucho tiempo y el mundo sigue igual. ¿Cómo, entonces, puede ser la respuesta correcta? La vida es demasiado complicada para ser resuelta por el amor.

12.3 Muy pronto recurrirías al cinismo creyendo que ya lo has intentado y fallaste. Todos creen que ya han probado esta idea llamada amor y todos creen tener pruebas de que no es la respuesta en absoluto. ¿Cuáles son tus pruebas? Tu propia dificultad para ser feliz y la infelicidad del mundo que ves.


12.4 Hemos dicho antes que la única elección significativa dentro de tu libre albedrío consiste en elegir con qué unirte y qué dejar fuera de ti. Sin embargo debes comprender que ninguna cosa que no sea parte de Dios merece que te unas a ella, y tampoco puede unirse a ti. Aquello con lo que has buscado unirte es el motivo de tu infelicidad, puesto que buscas unirte a lo que no puede unirse, y buscas la separación de todo aquello con lo que podrías unirte y que llenaría tus rincones sombríos y solitarios con la felicidad que buscas.

12.5 Este curso parece haberse desviado de aquello que pensabas que iba a ser, pues estás buscando algo específico, aunque no sabes lo que es. Estás buscando la paz y la calma del gozo que solo provienen del amor. Buscas la seguridad de un hogar acogedor, aunque se trate solo de filosofía. Buscas la dulce seguridad de la certeza, no la de tu mente sino la tu corazón. Una parte de ti piensa: “si tan solo pudiera estar seguro…” y allí se detiene, pues ni siquiera sabes claramente de qué quieres estar seguro. Y sin embargo sabes que lo que más te cansa es tu incapacidad para estar seguro de algo. Y en verdad estás cansado.

12.6 La voluntad de Dios para ti es la felicidad, y de esto puedes estar seguro. Alinear tu voluntad con la de Dios es hacer de este estado de seguridad tu hogar. Es un deseo para hacerlo real, que cuando sea lo único que desees se convertirá en realidad. Y cuando se te conceda este deseo tendrás descanso y te librarás de todas las pesadas cargas que has llevado contigo.

12.7 Admite tu deseo de descansar, un deseo que puede hacerte gemir y anhelar dormir un sueño sin fin. Si tan solo comprendieras cuánta energía necesitas para mantener tu mundo de ilusión en su lugar, comprenderías el descanso que te llegará simplemente al abandonar tu necesidad de hacerlo. Tu deseo de certeza es parte de la resistencia ante cualquier idea que parezca tratar sobre el cambio. Luchas por mantener lo poco que crees saber, y sin embargo en lo más profundo constatas que no sabes nada con la certeza que persigues.

12.8 La falta de certidumbre, de cualquier clase, equivale a dudar acerca de ti. Por eso este curso tiene como meta establecer tu identidad, pues de ella provendrá todo lo demás. En este sentido el curso parece pedir cambios en todos los niveles, aunque un solo cambio traerá todos los demás —y sin ningún esfuerzo por tu parte. Y aun así este cambio no es realmente un cambio, puesto que solamente busca quitar de en medio todos los cambios que tú crees haberle hecho a la creación de Dios. Este cambio solo busca restaurarte en tu Ser.

12.9 Tu Ser yace totalmente inalterado dentro del Cristo en ti. Restablecer tu relación con tu hermano es lo que te mostrará tu Ser. Tienes un solo hermano que lleva muchos rostros en tu percepción de lo que él es, y mientras no lo conozcas no puedes conocer tu Ser. Este único hermano puede unirte con todos aquellos que percibes como otros, pues todos esos otros son uno con él y también contigo. Esta es la única unión necesaria para producir todas las demás.
12.10 Esta es la única desunión que produjo tu elección por la separación, y no es sino una separación respecto a tu Ser. He aquí el punto más difícil de asimilar, pues en él reside una contradicción, la que ha creado el mundo que ves y la vida que vives. Aunque resulta imposible que algo haya ido mal en la creación de Dios, de hecho sucedió. Sólo necesitas mirar a tu alrededor para darte cuenta. Pero lejos de sentirte desalentado por esta noticia, te sientes aliviado porque sabías que esto era cierto, y sin embargo sientes como si este fuera el secreto que te estaba escondido. Es como si todo el tiempo te dijeran “está todo bien” cuando sabes que no es así. Y si “todo” está bien, debes ser tú el que está mal.

12.11 Toda la creación parece fluir en perfecta armonía. Las estrellas aparecen en el cielo, el sol y la luna cumplen con lo debido, los animales de tierra, agua y aire son como su creador quiso que fueran, las montañas se elevan en toda su majestuosidad, los ríos corren y las arenas del desierto viajan con el viento. Todo parece ser lo que es y lo que siempre ha sido, excepto por las marcas que deja el ser humano sobre ello. Sin embargo, la luna sigue siendo luna más allá de que el ser humano haya descendido sobre ella. La tierra sigue siendo tierra a pesar de autopistas, caminos y puentes. Y en algún lugar que no conoces, la paz sigue siendo paz a pesar de tus guerras y la felicidad sigue siendo felicidad más allá de tu desesperación.

12.12 ¿Y qué pasa contigo? Tú también pareces haber permanecido el mismo desde épocas incontables. Tal vez creas que hace mucho evolucionaste desde una forma distinta de la que ahora habitas, pero ciertamente, dentro de las leyes de la evolución, has cambiado tan poco como las aves del cielo o los peces del mar. Sin embargo, de alguna manera sabes que, de toda la creación, solo la humanidad no es aquello para lo cual fue creada. En un día hermoso y un lugar bello puedes ver que el paraíso de la creación todavía existe, pero en ningún lugar puedes encontrar el ser que Dios creó a Su imagen.

12.13 ¿Tiene algún sentido en absoluto el que esto haya llegado a ser así? ¿O que alguna vez hayan caminado sobre la tierra aquellos que revelaban la imagen de Dios y que cuando dejaron de ser vistos esa imagen quedara para siempre nublada? ¿Puede ser que haya venido uno y que al marcharse haya dejado un vacío, un hueco en el mismo universo?

12.14 Uno solo fue necesario para poner fin a la separación, y en este se unen todos los demás. Pues, ¿qué hay que pueda ser afectado por tu libre albedrío en todo el universo si no es tu propio ser? Fue necesario uno que, haciendo uso de su libre albedrío, uniera su voluntad a la del Padre, para que esto fuera válido para todos. Esto es lo que significa la corrección o expiación, y esto es todo que hace falta que aceptes. Únete al hermano que hizo esta elección por todos y te reunirás con el Cristo en ti.

12.15 Las mentes que están unidas no pueden pensar por separado ni tienen pensamientos ocultos. De hecho no son mentes en plural, sino una sola mente. Lo que este curso dice es que en una instancia que no existe en el tiempo, el hijo de Dios eligió la separación. Que el hijo de Dios tuviera una o muchas formas en aquel momento no importa, puesto que fueran estas una o muchas, la mente era una sola, la mente del hijo de Dios unida con la del Padre. A muchos de ustedes les han enseñado ese misterio de la fe de que Padre, Hijo y Espíritu Santo son Uno. Pero si realmente hubieseis aprendido lo que os fue enseñado, la separación hubiera desaparecido.

12.16 Estas palabras, Padre, Hijo y Espíritu Santo, al igual que la palabra amor, no son más que símbolos que representan ideas que, a su vez, representan lo que es. Que hayas hecho del Padre una figura singular, de algún modo mayor que la del Hijo, y que hayas aceptado al Espíritu Santo como algo que esencialmente escapa a tu comprensión, solo ejemplifica la naturaleza del error que es necesario corregir. Las palabras, siendo símbolos, no pueden explicar plenamente lo que no puede ser simbolizado, pero dan comienzo a un proceso que debe ser completado mediante los recuerdos de tu corazón. Continuamos entonces constatando que esas palabras solo pueden expresar la verdad dentro de su capacidad como símbolos, y que la verdad reside dentro de ti, más allá de donde puedan llevarte estos símbolos.

12.17 Todos habéis visto de qué manera os afecta un pensamiento que parece surgir de la nada. Un día nace una idea que no parecía existir el día anterior. Quizás sea la idea de hacer un viaje, o de concebir un bebé, o de volver a estudiar, o de abandonar un empleo. Esta idea, recién nacida, puede llegar para irse, o puede desarrollarse como una obsesión; pero cualquiera que sea el caso, no abandona su fuente. Y sin el nacimiento de la idea sus resultados nunca llegarían. Puedes tener mil ideas un día y diez mil al siguiente, tantas que no podrías seguirlas. Sin embargo, siguen existiendo dentro de ti, y jamás se desprenderían para formar algo distinto por sí mismas, aparte de ti. Imagina que algo así pudiera ocurrir, y te darás cuenta de lo absurda que sería la situación. ¿Acaso puede un viaje suceder por sí solo? ¿A quién le ocurriría?

12.18 Puedes fácilmente decir, sin embargo, que una idea pareció adquirir vida propia y te obligó a hacer cosas que jamás soñaste. Muchas veces las personas miran hacia atrás en la vida y se preguntan cómo fueron de una cosa a la otra. En algunos casos pueden decir que una idea echó raíces y cambió lo que parecía ser un destino ya escrito.

12.19 Aun con los límites que presentan las palabras para describir la separación, esto es lo que ocurrió: una idea de separación penetró en la mente del hijo de Dios. Como cualquier otra de tus ideas, no abandonó su fuente, ni cambió su esencia en modo alguno. Aunque la idea de tomarse unas vacaciones aventureras, cuando es realizada, puede modificar la vida de una persona que participe, no cambia aquello que la persona era, ni quién era su padre, ni las características de la familia en que nació. Todo lo que puede cambiar es la forma de su vida, ciertos hechos que podrían ocurrir dentro de ella, tal vez el lugar donde ocurren esos hechos o las personas que serían parte de la experiencia. En una palabra, los aspectos exteriores de la vida.

12.20 De la idea de separación surgió la idea de un aspecto exterior de la vida. Antes de la idea de separación no existía tal cosa, y sigue sin existir salvo como extensión de la idea original. Así como hemos dicho que tu deseo de proteger o controlar surge del concepto de miedo y que sin este miedo ese deseo no existiría, lo mismo ocurre con el aspecto exterior de la vida. Sin la idea original de separación, el aspecto externo de la vida no existiría. Así como el miedo no es real aunque lo parece, la separación no es real aunque parezca serlo.

12.21 El Padre no impidió que apareciera la idea de separación, como tampoco tú impides que se te ocurran ideas. Así como ocurre con una idea tuya, que una vez nace sigue existiendo, lo mismo ocurrió con la idea de separación. Y así como una idea tuya no cobra vida propia aunque a veces pareciera tenerla, la idea de separación no tenía la capacidad de ser más de lo que era, excepto que el hijo eligió participar en ella.
12.22 En consecuencia, la participación del hijo en la idea de separación pareció poder producir una vida completamente reformada, un destino diferente del que estaba escrito. Sin embargo esta participación no pudo proceder sino de la idea original, y no pudo tener lugar en la realidad sino solo en el aspecto externo de la vida. La idea de la separación no cambió nada en la realidad, sino que se convirtió en un drama actuado sobre un escenario tan realista que parecía ser la realidad.

12.23 La separación es dolorosa solo para aquellos que creen que en verdad puede ocurrir. ¿Qué significaría el rechazo de un niño o la muerte de un pariente para quienes nunca creyeron en la separación? ¿Piensas que Dios cree en la separación? Él no la conoce, y como Él no la conoce, no existe. Como Él no la conoce, Él no ha sido tocado por ella. Él no conoce ni el rechazo ni la muerte. Él no conoce dolor ni pena. Su hijo permanece con Él en su hogar eterno, unido a Él en eterna plenitud.

12.24 Aunque la extensión del hijo hacia un mundo exterior es bastante real, esto es lo único que es verdaderamente real dentro de ese mundo. El hijo no podía sino crear a semejanza del Padre, que creó todo por extensión de Sí mismo. Pero ni la extensión del Padre ni la del Hijo menoscabaron al Padre o al Hijo en modo alguno. Reemplaza la palabra Padre por la palabra Creación y observa si el concepto te resulta más claro. ¿Acaso la creación al extenderse continuamente a sí misma se vuelve menos de lo que originalmente era? Lo que llamamos Padre no es más que el rostro celestial de la creación, una personificación de lo que en realidad no puede ser personificado. Te resulta difícil creer que la creación en sí misma pueda ser benévola y generosa o simplemente otro nombre para el amor, pero así es. Dios es el punto de inicio de la creación, el creador de la creación, y también la creación misma. El Hijo, el Espíritu Santo y la creación proceden de ese punto inicial de Dios. Dios es también el punto de inicio del Hijo y del Espíritu Santo, el creador de ambos y, al mismo tiempo, Él es el Hijo y el Espíritu.

12.25 Ahora, sigue adelante con este patrón, pues el patrón de la extensión de Dios es el patrón de la creación y, por lo tanto, el patrón del universo. El Hijo se extendió a sí mismo en la creación, y tú eres esa extensión, tan santa como lo es él. La idea de separación solo parece haber conseguido que el hijo de Dios sea susceptible de dividirse, y los símbolos que son estas palabras son lo único que parece poder separar al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo entre sí o de la creación.

imagen corazón en círculo

sábado, 27 de septiembre de 2014

UN CURSO DE AMOR 11: LIBRE ALBELDRIO Y DISPOSICION

Capítulo 11. Libre albedrío y disposición


¿Qué es este consentimiento que se te pide dar? Puede presentarse de muchas maneras. Puede llamarse una disposición a cambiar de mentalidad, o a abrirte a nuevas posibilidades. Puede llamarse cambio de actitud, para dejar de lado por un momento tu miedo y la protección que le das. Pero lo que realmente hace es demostrar tu llamada a amar y a ser amado. Es estar dispuesto a recibir amor de tu Fuente y ser amado por lo que eres. ¿Es demasiado pedir?

11.1 Los ejercicios de este curso de amor son pocos y no están separados del curso sino contenidos dentro de él. Este método tiene sus razones. La primera es tu actitud hacia la instrucción y el hecho de que en realidad no la deseas. Lo que deseas es algo que nadie puede darte excepto tu propia fuente. Te das cuenta de este aspecto de la creación, pero te ayuda a afirmarte en tu actitud en contra de la unión y en tu falta de deseo de instrucción. Esto se debe a la confusión respecto de tu fuente. Toda tu firme decisión de mantener la individualidad emana de esta confusión. Si tu fuente fuese el cuerpo junto con el cerebro que lo hace funcionar, entonces se te pediría que aprendas “por ti mismo”, ya que toda enseñanza verdadera debe provenir de tu fuente.

11.2 Tú crees que tu fuente y tu creador son dos cosas separadas y rara vez recuerdas que ni siquiera eres tu propio creador. Has fundamentado esta separación en la idea de que aquello que te ha creado no puede ser uno contigo. Una vez más, esto solo señala tu desconocimiento acerca de qué es en realidad la creación. Sin embargo, cada vez que practicas la creatividad celebras al creador, y cuando elogias a los artistas de cualquier clase esto es lo que elogias. Cada poema lleva la marca de su creador, igual que toda obra de arte que contemplas y llamas “obra maestra”, o aquellas obras de manos infantiles que cuelgas en la puerta de la nevera o en la pared de la oficina. Tú no te has creado a ti mismo, pero haces de la vida una recreación de ti mismo y, al hacerlo, tratas de probar que eres tu propia fuente.


11.3 Esta es una de las razones por las que no te gusta la idea de que quienes habrían de instruirte saben más que tú, y por lo que empiezas, con cada nuevo curso a aprender, con la sensación de que tienes menos. Tratas entonces de obtener aquello que te falta a fin de no tener menos que nadie. Algunos confían en su capacidad de aprendizaje y se apresuran a conquistar este nuevo territorio. Leen cada libro lo más rápido que pueden y cuando dan vuelta la última página sienten que ya han aprendido todo lo que ese libro tenía para ofrecer y saltan al siguiente. Quienes tienen menos confianza en sí mismos pueden abandonar antes de comenzar, a fin de evitar un nuevo fracaso. Incluso aquellas personas que sienten la fuerza de estas palabras en su corazón y que se proponen ir despacio y con dedicación para digerir cada página y sección de este texto, corren el riesgo de esmerarse demasiado en vez de simplemente desear aprender.

11.4 He buscado acotar estos riesgos limitando los ejercicios a unos pocos que permanecerán contigo cuando toda la prisa, el temor al fracaso y los esforzados intentos hayan quedado atrás. Cada ejercicio es una idea, y las ideas no abandonan su fuente. Todas las ideas aquí expresadas son ideas de unión que vienen a reemplazar a las de separación. Esto sucederá sin que te des cuenta, y en la medida en que estés dispuesto a que las ideas permanezcan en ti, y no las apartes. El éxito o el fracaso son superficiales, pues sentir que has tenido éxito en aprender lo que es el amor es algo tan ridículo como sentir que has fracasado en el intento. Ninguna de las dos cosas puede suceder, y tu percepción de que alguna es posible cerrará las puertas a toda idea de unión.

11.5 No se puede enseñar lo que es el amor. Recuerda que tu tarea es hacer a un lado las barreras que te impiden reconocerlo. Ese es el objetivo de este curso —el reconocimiento del amor— y no hay curso terrenal que pueda llevarte más allá de esta meta. Solo se requiere de tu buena disposición.

11.6 Necesitamos entonces hablar de tu disposición, y separarla de lo que crees que es. La fe y una buena disposición van de la mano. Aquello en lo que depositas tu fe es lo que ves. Este curso te pide que estés dispuesto a tener fe en algo nuevo. Has depositado tu fe en lo que tú mismo has hecho, y mientras permanezca allí, no estarás dispuesto a desprenderte de la ilusión. Puedes tener fe en un solo sistema de pensamiento. Uno de ellos es el sistema de pensamiento del yo separado, basado en la separación. El otro es el sistema de la creación, basado en la unión. Tu fe en lo que has hecho se ha sacudido, y ahora sientes que te gustaría depositar tu fe en otra cosa. Te gustaría, pero tienes dudas, y aquí es donde entra la confusión respecto de la disposición.

11.7 Esta buena disposición no surge de la convicción sino que la produce. No es necesariamente una declaración de fe inamovible, sino de apertura. Consideras a la vez el libre albedrío y la buena disposición, y si bien ambas cosas son la misma, su aplicación es diferente.

11.8 Estás más atento y eres más celoso de tu libre albedrío pues sabes que ha hecho posible la separación. Lo ves como tu protección contra Dios, como aquello que te permite ser algo distinto de lo que Dios quiere que seas. Es tu derecho “divino” a la independencia, el que te permite apartarte de Dios así como un niño que llega a la edad adulta tiene derecho a dejar la casa paterna.

11.9 Pensar que debes proteger algo de Dios es una locura, y tú lo sabes. Pero como consideras que el libre albedrío es lo único que tienes que Dios no puede quitarte, no te importa que sea una locura pensar que Aquel que te ha dado todo pretenda despojarte de algo. Mientras sigas viéndote como un cuerpo, no podrás evitar creer en un Dios vengativo cuya venganza final es tu propia muerte. Mientras te sigas viendo como un cuerpo es más fácil creer que tu exclusión del paraíso es una decisión de Dios y no tuya. Crees que puedes estarle agradecido por algunas cosas y echarle la culpa por otras. Sí, tal vez este Dios que crees conocer te ha dado todo, pero también puede llevarse todo, y al final seguramente lo hará. Entonces te juzgará y decidirá si debes ser recompensado por una vida de bondad o castigado por una vida de maldad. Quizá te acepte, quizá no. Semejante Dios parecería tener poca fe en ti y, por lo tanto, merecer muy poco de tu fe a cambio.

11.10 Así es como le das a Dios un poco de fe y cuidas de tu libre albedrío, el verdadero dios del yo separado. Por momentos crees que concedértelo fue el error de Dios, la única debilidad de Su plan, de la que tú te puedes aprovechar. Otras veces crees que fue la maldición de Dios, la que te conduce a esta vida de aflicción. Pero tu percepción más fuerte del libre albedrío es la de su poder. No importa qué quiere Dios de ti, tú puedes usar tu libre albedrío para rebelarte y hacer tus propias elecciones, diferentes de las que haría el Creador. Este derecho a tomar tus propias decisiones y desplegarlas delante de Dios es lo que hace que tu pequeño yo separado se sienta todopoderoso.

11.11 No ves que a Dios no le importa lo que elijas hacer con tu libre albedrío, pues aquello para lo que has decidido usarlo es precisamente lo que no va a ser capaz de proporcionarte: tu separación del Creador. Él permanece tal como es, así como tú permaneces tal como eres.

11.12 Es verdad que el libre albedrío es poderoso, pues es parte —solo parte— de lo que te ha permitido creer en un estado de separación. Aunque podrías haber usado el libre albedrío para crear como tu Padre, mediante la elección de separarte de Él —algo que jamás podría ocurrir— optaste por no hacer nada con el libre albedrío, salvo aquella elección demente. Tu disposición a realizar una nueva elección volverá a alinear tu libre albedrío con la voluntad de tu Padre, que es una con la verdad.

11.13 Tu afán de proteger el libre albedrío es lo que nos lleva a diferenciarlo de la disposición. El libre albedrío es el último bastión de tu ejército separatista, la última línea de defensa, el sitio donde se librará la última batalla. Pero antes de llegar a ella, lo que este curso y tu Padre desean es que estés dispuesto a cambiar de opinión acerca de la necesidad de pelearla.

11.14 Dios nunca te arrebatará el libre albedrío ni librará batallas para conquistarlo. Esta batalla final solo existe en tu mente como parte de las ilusiones que has construido. Deja a un lado esta profecía que inventaste y verás que dar tu consentimiento no niega el libre albedrío. Y aunque no puedas bajar la guardia por completo, una elección temporal es suficiente. De todos modos, necesitarás una elección más duradera para dejar de preocuparte por los efectos. Por ahora lo que deseas son efectos, pero no te das cuenta de que para obtener los efectos que desearías la causa debe cambiar. Por ahora no importa. Se te ofrece la oportunidad de tomar una decisión temporal que puede ser revocada en cualquier momento. Este consentimiento temporal será suficiente para comenzar a efectuar la causa y, por consiguiente, para traer algo de cordura a tu mente y a tu corazón.

11.15 ¿Qué es este consentimiento que se te pide dar? Puede presentarse de muchas maneras. Puede llamarse una disposición a cambiar de mentalidad, o a abrirte a nuevas posibilidades. Puede llamarse cambio de actitud, para dejar de lado por un momento tu miedo y la protección que le das. Pero lo que realmente hace es demostrar tu llamada a amar y a ser amado. Es estar dispuesto a recibir amor de tu Fuente y ser amado por lo que eres. ¿Es demasiado pedir?


11.16 Es una llamada que no proviene de la debilidad sino de la fortaleza y que no responde a la ilusión sino a la verdad. Es una llamada cuya respuesta vendrá a ti pronto, sobre alas de ángeles, en un revoloteo que tu corazón sentirá, pues ellos son también uno contigo. Puede sentirse como soledad pero solo durante el breve instante en que esperas su llegada y sientes el vacío que has abierto para venga.

11.17 Esta llamada no requiere que hagas nada excepto permanecer fiel a ella. No necesitas pensar en ella, sino simplemente dejarla ser. No necesitas ponerle palabras, pues estas no pueden expresarla, así como no pueden enseñarte lo que es el amor —o que el amor, es. No necesitas concentrarte en encontrar amor, pues el amor te encontrará a ti. No necesitas concentrarte en dar amor, pues no puedes dar lo que aún no conoces; y cuando lo conozcas no lo darás sino que se extenderá naturalmente desde ti mediante milagros llamados amor. El amor es lo único que llenará tu vacío y lo único que no volverá a dejarte vacío a medida que se extiende desde ti a tus hermanos y hermanas. El amor es lo único que satisfará tus deseos. El amor es lo único que reemplazará el uso por la unidad.

11.18 Existes, simplemente, por tu relación con el amor. El amor es la unidad que buscas. Al elegir la separación por sobre la unidad, elegiste el miedo por sobre el amor. Cuando abandonas el temor e invitas a la unidad, envías una invitación al amor diciéndole “eres bienvenido”. ¿Qué es una cena sin amor? Nada más que una obligación social. Pero una cena donde el amor es bienvenido se convierte en una celebración. Tu mesa se transforma en un altar al Señor, se llena de gracia y el Señor está contigo

imagen corazón en círculo.


viernes, 26 de septiembre de 2014

UN CURSO DE AMOR ,CAPITULO 10 : USO Y COMPRENSION

Capítulo 10. Uso y comprensión

Has llegado a una puerta, has cruzado un umbral. Lo que tu mente todavía niega, no lo niega tu corazón. Un pequeño destello de memoria se ha filtrado hasta ti y no te abandonará en el caos que prefieres. -
 
10.1 En primer lugar, consideremos qué es lo que el cuerpo quiere usar. Aunque te sientes esclavo de él y bajo el yugo de su control, ¿qué podría controlar? ¿Cómo podría impulsarte a hacer cosas que no eliges hacer? Aprende bien esta lección, pues en ella reside la cura de toda enfermedad y la esperanza de toda salud. ¿Cómo puede ser que el cuerpo parezca decirte lo que sientes y te lleve a actuar en concordancia con sus sentimientos? En sí mismo, el cuerpo es neutral. Pero mientras tú le atribuyas la posibilidad de darte placer, también te traerá dolor. No puedes elegir el uno sin el otro, porque la elección es la misma. El cuerpo es una herramienta que tú usas para mantener la ilusión de la separación. Su aparente poder se debe a que tú crees que puedes depositar poder en él. Pero lo que tú has hecho no puede ser investido del poder de la creación sin que tú te unas a él. ¿Acaso puedes estar vinculado a algo en un grado mayor que el vínculo con tu propio cuerpo? Si no estás unido con esta presencia que llamas “hogar”, ¿cómo puedes estar unido con otras?

10.2 Necesitamos volver ahora al concepto de relación, pues pensar que puede darse una unión más íntima entre cuerpos que la unión que sientes con el tuyo propio, es francamente ridículo. La unión ocurre en la relación, no en la forma física. La unión no es la abolición de una cosa para construir otra; la unión hace que cada una de ellas sea plena, y en esa plenitud sea una con todas las demás. Esta clase de unión nunca dejó de existir, pero mientras tú no te des cuenta de que existe, sus beneficios permanecen fuera de tu alcance. Ahora bien, por mucho que yo lo desee, que yo te hable sobre la verdad de tu existencia no basta para que cobres conciencia de lo que por tanto tiempo has escondido de ti. Yo solamente puedo decirte hacia dónde mirar, y solo por dignarte a mirar ahí, te ahorrarás incontables años de buscar la verdad donde no está.


10.3 Hay aspectos de todo lo que te digo que estás inmediatamente dispuesto a asumir, y hay otros que no comprendes o que querrías esperar un poco más antes de ponerlos en práctica. Sin embargo, lo que en verdad no comprendes es la plenitud. Todas las cosas existen como una totalidad, incluso el sistema de pensamiento que has construido para proteger la ilusión. Tu sistema de pensamiento está completamente alejado de la verdad, pero al mismo tiempo es coherente como sistema. No puedes abandonar algunas partes y retener otras, pues al retener una parte, retienes el todo. Esto solo conduce al aparente fracaso del aprendizaje. Es imposible que fracases en aprender aquello que Dios quiere enseñarte, pero no puedes aprenderlo por partes. El sistema de pensamiento de la verdad es tan coherente como el sistema de pensamiento de la ilusión, no puedes tomar lo que deseas y dejar el resto. Por tanto, continuaremos señalando las diferencias entre ambos sistemas de modo que tus ideas vayan cambiando hasta llegar al momento en que tu corazón tome la delantera y tome las decisiones que necesitas tomar. Tu corazón —que no debes confundir con el órgano que bombea sangre al cuerpo, sino identificar como el centro de tu ser— no posee un sistema de pensamiento aparte del tuyo, y debe existir en la realidad donde tú crees estar.


10.4 Toda transformación comienza en la fuente, y esto es tan cierto respecto de la verdad como de la ilusión. Contemplas tu cuerpo como tu ser, y tu ser como la fuente de todo lo que has hecho y sentido a lo largo de tus días sobre la tierra. Sin embargo, tu verdadera fuente se encuentra en el centro de tu Ser, el altar a tu Creador, el Ser que compartes en unión con Cristo. Cristo es la “parte” de Dios que reside en ti, y no de forma separada sino en la eterna plenitud en la que tú y Dios existís juntos.

10.5 Para todos aquellos que han caminado durante mucho tiempo, así como para quienes recién comienzan, el dejar de considerar el cuerpo como su hogar y fuente constituye el mayor obstáculo a superar. A medida que observas el cuerpo y te atreves a pensar en una vida sin él, te topas una y otra vez con su realidad. Cuando la conciencia del mismo comienza a abandonarte es cuando comienzan a acosarte los dolores de cabeza, de espalda y otras aparentes afecciones. Este es el yo separado que has construido, y que te llama de regreso al cuerpo para demostrarte que es insuperable. Llegado este punto, muchas personas intentan no prestar atención a estas afecciones como una manera de vencerlas con el pensamiento, pero cuando el éxito tarda, acaban viéndolas como evidencia de su apego al cuerpo. Es necesario cuidarse de las pretensiones de alejarlas meramente con el pensamiento, para poner milagros en su lugar. Este deseo solo demuestra que no conoces la fuente de la curación, y que por tanto no estás listo para ser sanado.

10.6 Que todavía no estés preparado no significa que no vayas a estarlo, así como perder una cosa no significa que esta haya dejado de existir. Sin embargo, tu yo separado buscará todas las pruebas posibles del fracaso y con la mayor celeridad, se encargará de indicarte que es inútil tratar de ser algo distinto de lo que eres: un cuerpo. Esto es un “hecho”, susurrará constantemente en tu oído, y la mentira que busca hacerte creer hará imposible el aprendizaje. Escuchas esa voz porque ha sido tu compañía permanente en la separación, sin darte cuenta de que su enseñanza es precisamente esa: la separación. Debes saber que mientras le des crédito a lo que te dice, intentará interferir todo el tiempo.

10.7 Piensa en otra persona, un profesor o un familiar cuya “voz” hayas escuchado a lo largo de tus días. Ya sea que desearas o no oírla, ya fuera una voz sabia o fuera necia, la mera repetición de esta voz la conserva en tu memoria. Esta voz puede decirte: “Manténte firme”, o “Eres especial”, o “Nunca llegarás a nada”. Tal vez muchos de ustedes hayan recurrido a terapia para tratar de acallar los mensajes negativos que oyen y que, tras mucho esfuerzo, lograron reemplazar por mensajes de naturaleza más positiva. ¡Y todo esto ocurre solo con los mensajes de una fuente externa! Tus propios pensamientos son mucho más persistentes e insistentes que estos. Han estado contigo por mucho más tiempo. Desalojarlos requiere vigilancia
.
10.8 No te digo esto para desmoralizarte, sino para alentarte a que no te rindas. Tu propósito es el más sagrado de todos y el cielo en su totalidad está contigo. Lo único que necesitas es estar continuamente dispuesto. Lo único que puede conducirte al fracaso es rendirte. Te doy estos ejemplos para que sepas que no será fácil, pero también te digo que no será difícil si recuerdas que lo único que se necesita es tu buena disposición. Cuando tu yo separado te susurre: “Tu cuerpo es un hecho”, solo necesitas decirte: “Todavía estoy dispuesto a pensar de otra manera”.

10.9 Necesitas también ser consciente de tu deseo de recompensa. A medida que te sientes más cerca de Dios y de tu verdadero Ser, mientras crece tu conciencia de ti mismo como una persona “buena” y que aún trata de mejorar, comenzarás a buscar tus recompensas. Más adelante podrás recordar este tiempo con una sonrisa o una gran carcajada, al contemplar la inocencia de esos deseos que solo revelaban que estabas al comienzo del aprendizaje. Querer una recompensa por la bondad, por tus esfuerzos, por estar más cerca de Dios que tu hermano o hermana, es un deseo del yo separado, que quiere algo para sí mismo y por su esfuerzo. Esta es una etapa por la que todos atraviesan, aunque algunos se quedan en ella por más tiempo. Tú permanecerás allí hasta darte cuenta de que la bondad está en todos, y que no puedes obtener más gracias de Dios que tu hermano. Permanecerás allí hasta que te des cuenta de que Dios ya les ha dado todo a todos.

10.10 Una vez más, afirma tu buena disposición, tu voluntad de creer que tienes todo lo que necesitas a pesar del “hecho” de que no lo parece. Esta buena disposición es todo lo que necesitas para atravesar esta etapa y pasar a la siguiente. El hecho de que Dios no te conceda cualquier deseo que se te ocurra debería alentarte, pues estos no son todavía tus deseos auténticos, y las recompensas que elegirías recibir aquí son como polvo comparadas con aquellas de las que tomarás consciencia al avanzar.

10.11 Hablemos entonces de los milagros. En términos simples los milagros son la consecuencia natural de la unión. La magia es el intento de realizar milagros “por tu cuenta”. En las primeras etapas de tu aprendizaje, te sentirás tentado a jugar a hacer creer. No creerás que tú no eres tu cuerpo, pero pretenderás que no lo eres. Luego te sentirás tentado a creer que, debido a que tú no eres un cuerpo, puedes pretender no estar sintiendo ese dolor de cabeza, ni el frío en un día de invierno, y esto hasta puede llevarte a sentir menos dolor o menos frío. Este engaño es bienvenido por tu yo separado, pues él sabe que pretender una cosa no la convierte en realidad.

10.12 Estos intentos de engañarte a ti mismo se basan en tu falta de entendimiento antes que en tu falta de fe. No estarías leyendo si creyeses que tú eres tu cuerpo y nada más. Sabes hace mucho que eres más que carne y hueso. Creer no es tu problema. Tu problema es comprender. Crees en Dios, pero no comprendes a Dios. Crees en mí, pero no entiendes cómo es que estas palabras surgen de mí. Crees en el cielo y en una vida después de la muerte, pero no comprendes qué son ni dónde están. Y creer en algo que no comprendes te hace sentir como si te estuvieses engañando. Quieres creer, y crees. Pero también te gustaría tener “certeza” acerca de lo que crees. Lo conveniente de creer en Dios, en mí, en el cielo y en una vida después de la muerte es que no piensas que algo como eso pueda desengañarte aquí. Si estás equivocado, simplemente te pudrirás después de la muerte y nadie se dará cuenta de tu equivocación. Si estás equivocado, por lo menos creíste en algo que te dio consuelo y que, a fin de cuentas, no le hizo daño a nadie.

10.13 Sin embargo, esto no es tan fácil cuando se trata del concepto de que no estás separado. La única cosa que te cuesta creer es que estás unido, aquí y ahora, a tus hermanos y hermanas. Una cosa es creer en Dios sin comprenderlo, y otra muy distinta es creer en la unión con tu prójimo sin comprender ni a la unión ni a tu prójimo. Dicha creencia no te traerá necesariamente consuelo. ¿Qué pasaría si crees en la bondad de tu prójimo y esa creencia acaba en un desengaño? ¿Qué pasaría si confías y acabas defraudado? ¿Qué pasaría si resulta que no eres más que un ingenuo y te toman por un tonto? ¿Y si estás equivocado?

10.14 Sientes un temor similar cuando te planteas abandonar tu creencia en el cuerpo. Creer que tú no eres tu cuerpo mientras caminas en él es bastante distinto de creer en Dios. Todas las pruebas parecen estar en contra. Todas las pruebas que te proveen tus ojos y oídos, y también la ciencia, parecen decirte que tú eres tu cuerpo. Inclusive la historia parecería apoyar esta afirmación cuando te dice que Jesús murió antes de resucitar como espíritu.

10.15 Vengo a enseñarte una vez más por qué fui la vida ejemplar. ¿Crees que cuando caminé la tierra fui un cuerpo? ¿O crees que yo era el Hijo de Dios antes de nacer con forma humana, mientras existí con esa forma, y después de resucitar? Con razón a esto se le llama el misterio de la fe: Cristo ha muerto, Cristo ha resucitado, Cristo volverá. ¿Qué falta en este credo? Cristo nació. En ningún lugar del misterio de la fe se dice que Cristo se convirtiera en un cuerpo.

10.16 De ninguna manera se te ha dicho que el cuerpo no existe, sino simplemente que tú no eres él. Como todas las herramientas que has construido, es también una ilusión, porque no tienes necesidad de herramientas. Pero mientras creas que las necesitas, será muy real. Dejar de lado el cuerpo no es una elección que debas realizar. A medida que tu proceso de aprendizaje avance, verás que es posible, pero existen muchas razones para no hacerla. En este momento, todo lo que se te pide es que contemples tu cuerpo tal y como es, tanto desde la perspectiva del fin para el cual lo has hecho, como desde la perspectiva de cómo puedes utilizarlo ahora para el bien de todos.

10.17 Para muchos la elección parece haber sido esta: “¿Prefieres tener la razón o ser feliz?” Solamente al ego se le puede ocurrir optar por estar en lo correcto, antes que por la felicidad. Cuando observas tu cuerpo, observa también sus acciones desde la perspectiva de las elecciones que has hecho. Pregúntate: “¿Qué elección puede haberme llevado a esta situación?” Pues antes de los hechos, siempre habrá una elección. Nada le sucede al Hijo de Dios por accidente. Esta observación te ayudará a tomar la responsabilidad de tu vida nuevamente en tus manos, el lugar al que pertenece. No estás desamparado ni sometido al capricho de fuerzas que estén más allá de tu control. La única fuerza que está más allá de tu control es tu mente, y esto no tiene por qué ser así. Cuando comiences a preguntarte qué elección puede conducirte a la felicidad en lugar de esto, comenzarás a notar una diferencia en la respuesta de tu cuerpo a las que parecen ser circunstancias exteriores, y luego también un cambio en las propias circunstancias exteriores.

10.18 Es posible que, antes que la felicidad, tu mente todavía prefiera tener la razón. De ahí la importancia de que permitas que tu corazón dirija esta elección. Cuando te encuentres en una situación que no te guste, ofrece una vez más tu buena disposición para encontrar algo de felicidad en ella. Estas instrucciones dadas a tu corazón comenzarán a marcar una diferencia en tu estado mental.

10.19 Lo que tú llamas estado mental se parece más a una atmósfera global, un clima, un estado de ánimo que es determinado por tu corazón. A los pensamientos de tu yo separado le importan poco estas cosas, y las considera irrelevantes para su bienestar. Solo le interesa sobrevivir tal y como está. Entonces, no se trata solo de la necesidad de techo y de comida, sino de la supervivencia del sistema de pensamiento del yo separado. La felicidad no es su prioridad, sino estar en lo correcto. Prefiere lucir serio y preocupado, en vez de alegre y desenvuelto. Tomar la vida con seriedad es una de las estrategias más relevantes para el yo separado, pues cree que la seriedad es necesaria para mantener la separación. El gozo constituye la mayor amenaza para él, pues proviene de la unión, y refuerza el atractivo de la unión a expensas del atractivo de la separación.

10.20 No te das cuenta de lo rápido que el yo separado corre a sabotear todo movimiento que te aleje de la separación y te acerque a la unión. Muchos ya han reconocido que mediante las elecciones que hacen minimizan sus ocasiones de felicidad, y maximizan sus ocasiones de infelicidad. Recuerdan con nostalgia tiempos de felicidad y se preguntan qué salió mal, por qué no pudieron mantener ese estado. Pueden haber existido muchas razones prácticas para desechar la felicidad, pero en la soledad que sigue a su pérdida te preguntarás, al menos por un instante, por qué fue necesario elegir la practicidad. Sin embargo, cuando el yo separado mira hacia atrás y ve que eligió estar en lo correcto en vez de la felicidad, se congratula diciendo: “Hice lo que debía hacer”. Lo verá como un triunfo sobre los necios sueños de felicidad, y se sentirá satisfecho por haber entrado en razón antes de que fuese demasiado tarde.

10.21 Cada uno es consciente de un umbral que, una vez cruzado, no permite el regreso. Ese umbral suele ser una felicidad tan plena que cuando la experimentamos nos decimos: “Nunca volveré a lo de antes”. En otras ocasiones suele ser una experiencia de sufrimiento tan grande que preferirían morir antes que continuar así. Los adictos también, pero eligen un umbral algo diferente desde el cual rechazar el regreso a la realidad del yo separado, tras experimentar el olvido de este por medio de las drogas, el alcohol, el trabajo constante o las compras compulsivas. Si no pueden abandonar esa realidad, la bloquean. Y ante este umbral, muchos eligen retroceder. Se niegan a sí mismos el gozo, el sufrimiento o el olvido que tornaría imposible el regreso, y se consideran afortunados por no haber llegado al lugar desde donde el cambio se volvería inevitable.

10.22 El yo separado se encuentra tan vinculado al miedo, que prefiere los temores conocidos de su existencia antes que los temores desconocidos de otra clase de existencia. No se le ocurre que pueda existir una opción donde no haya lugar para el miedo, pues la ausencia de miedo es algo que nunca ha conocido.

10.23 Si el cuerpo es el aspecto superficial de tu existencia y bajo esa superficie yace el temor, observa las ventajas de este ejercicio: ubica tu cuerpo ante ti, donde puedas actuar como observador silencioso. A medida que observas cómo trabajan tus manos, o la sombra que se forma sobre el suelo mientras caminas, aprenderás la única separación que te resultará útil.

10.24 De lo primero que te darás cuenta es que no todo lo que oyes te llega por tus oídos. Descubrirás que estás lleno de pensamientos: pensamientos sobre tu cuerpo, que son de la misma clase que los que tienes sobre el cuerpo de otra persona. La diferencia reside en que estos pensamientos no parecen tener origen en tu cabeza. Te darás cuenta, por primera vez o de un modo diferente, que siempre has oído tus pensamientos sin el beneficio de los oídos. “Por supuesto”, dirás, “así es como oímos los pensamientos, es su naturaleza”. Pero ¿has considerado alguna vez la naturaleza de tus pensamientos o meramente los has dado por sentados?

10.25 Los pensamientos no se ven ni se oyen, pero están contigo todo el tiempo, y nunca es más de esta manera que cuando realizas tu experimento de desapego del cuerpo. Por eso lo llevamos a cabo, y ya sea que definas como éxito o fracaso la realización del experimento, comprenderás de manera nueva que, más que tu cuerpo, son tus pensamientos los que definen quién eres. Ya sea que deriven sin rumbo o se mantengan enfocados, tus pensamientos son la fuente de todo lo que eres y haces, mucho más que tu cuerpo.

10.26 Puedes reírte de ti mismo por tomar parte de este sencillo experimento, pero al mismo tiempo te darás cuenta de que el deseo de reírte es genuino, y no proviene de la mezquindad. Notarás que un yo feliz toma el experimento como un juego divertido sin preocuparse por el éxito. También esta risa, así como la sensación de que se trata de algo divertido, te llegan sin la participación del cuerpo.

10.27 Pronto desarrollarás la capacidad de ver prescindiendo de los ojos del cuerpo. Esto también parecerá un juego inocente al principio, un truco de la imaginación. Al principio observarás solo aquello que puedes “ver”: tus brazos y piernas, tu sombra mientras caminas. Sin embargo, poco a poco verás el cuerpo como un todo. Lo verás desde atrás mientras lo sigues a lo largo del día, al principio sin siquiera date cuenta de lo que está pasando. Y descubrirás que a medida que observas, te vuelves más consciente de lo que te rodea y más consciente de que tu cuerpo es parte de todo lo que sucede. Allí está tu cuerpo junto a otros seis cruzando la calle. Allí está tu cuerpo sentado frente a un escritorio dentro de un edificio junto con muchos otros. Descubrirás cuán pocas veces fuiste consciente de la calle por la que caminabas, de los edificios que la flanqueaban, del cielo allá arriba, de los “otros” que viajaban contigo. Te sentirás más parte de todo —en vez de menos— y esto te sorprenderá.

10.28 Sigue adelante, pues esto es solo el comienzo. Experimenta solo por el gusto de hacerlo, sin dejar lugar al desaliento. No se trata de una prueba, por tanto no puedes fracasar. Estás solamente jugando: jugando a observarte desde arriba. ¿Puedes verte allá “abajo”? ¿Y puedes adelantarte para ver cómo tu cuerpo viene hacia ti?

10.29 Este cuerpo que reivindicas como tu “yo” no es más que una forma, ¿cómo puede ser que no puedas verlo?

10.30 A medida que procedas sentirás que la visión acotada del yo separado va dando lugar a la visión expandida del Yo unificado. Y al “sentir” esto, también cobrarás conciencia de sensaciones que no están enlazadas al cuerpo. Así como no ves ni oyes los pensamientos con los ojos y oídos del cuerpo, estas sensaciones tampoco dependerán de los sentidos del cuerpo.

10.31 Te toparás con bastantes resistencias ante el experimento. Dirás que eres demasiado serio para jugar este juego y que tienes mejores cosas que hacer. Sin embargo, por más que te resistas, la idea ya ha sido plantada y notarás momentos en que, aun cuando pueda parecer “en contra de tu voluntad”, participas en él a pesar de tu decisión de no hacerlo. Cuando comiences a sentir los efectos del experimento también te enfrentarás con el temor, sobre todo si te tomas el juego demasiado en serio. Habrá momentos en que no querrás reírte aunque tengas ganas, y otros momentos en que tras un instante de visión expandida, recibirás con gratitud tu regreso a la visión reducida. Te provocará alivio tener los pies todavía en el suelo, y que tu cuerpo mantenga los límites acostumbrados. Pero recordarás las ganas de reírte de ti mismo y también la visión expandida. Recordarás que por un instante tu cuerpo no parecía un límite que te sujetara. Y luego recordarás que este es un curso para recordar, y que la memoria es el lenguaje del corazón.

10.32 Muchos de ustedes se rebelarán diciendo que esto no es aquello para lo cual se inscribieron. Tal vez solo quieres leer sobre este curso, y no tomar parte en él. Tal vez quieras mantenerlo solo en el plano teórico y no aplicarlo. Tal vez solo busques la información y obvies la experiencia. Querías una guía de viaje, y no el viaje en sí. Esto es lo que muchos buscan, y muchos aún se resisten a darse cuenta de que obtuvieron más de lo que pensaban. Has llegado a una puerta, has cruzado un umbral. Lo que tu mente todavía niega, tu corazón no lo niega. Un pequeño destello de memoria se ha filtrado hasta ti, y no te abandonará en el caos que prefieres. Seguirá llamándote a que lo reconozcas y lo dejes crecer. Golpeará tu corazón de la manera más amable. Escucharás su susurro en tus pensamientos. Su melodía sonará en tu mente. “Vuelve, regresa”, te dirá. “Ven a casa”, te cantará. Sabrás que hay un lugar dentro de ti donde se te echa de menos y eres esperado, donde eres amado y cuidado. En el hogar de tu demencia se ha abierto un espacio para un poco de paz.

 imagen corazón en círculo

jueves, 25 de septiembre de 2014

UN CURSO DE AMOR ,CAPITULO 9: EL REGRESO DEL PRODIGO

Capítulo 9. El regreso del pródigo

Los lirios del campo no siembran ni cosechan, y sin embargo nada les falta. Las aves del cielo viven para cantar de alegría. Tú también.


9.1 Te preguntas cómo podemos decir que tu corazón no se deja engañar cuando tantas veces él parece engañarte. Parece tan inconstante como tu mente, un día te dice una cosa y al siguiente, otra. Incluso parece más errático que tu mente cuando te lleva por caminos llenos de trampas y peligros que desembocan en la oscuridad en lugar de la luz. Son tus emociones las que hacen esto, no tu corazón.

9.2 Las emociones hablan el idioma del yo separado, no el lenguaje del corazón. Son la primera línea de tu sistema de defensa, siempre vigilantes de lo que pueda lastimar al pequeño yo que creen bajo su protección, o a los otros pequeños yoes que tú crees bajo tu protección. Pero recuerda ahora cuánto se asemeja lo que tú has hecho a la creación, no en su sustancia sino en la forma. La creación no necesita protección, y es solo tu creencia en tal necesidad la causa de que tus sentimientos hayan quedado oscurecidos por la ilusión. Si no sintieras necesidad de proteger tu corazón, o los cuerpos que amas, tus sentimientos conservarían su inocencia y no podrían lastimarte
.
9.3 El deseo de proteger tiene su origen en la desconfianza, y está basado totalmente en el miedo. Si no existiese el temor, ¿qué habría que proteger? De esta manera, todo tu amor —el amor que imaginas albergar en ti y el que imaginas dar y recibir— está contaminado de temor y, por lo tanto, no puede ser amor real. Pero porque recuerdas el amor como aquello que te dio seguridad, te hizo feliz y te unió a los demás, intentas usarlo aquí. Esto es un recuerdo real de la creación que has distorsionado. Tu memoria defectuosa te ha llevado a creer que puedes usar el amor para sentirte seguro, feliz y unido a quienes eliges amar. Este no es el caso, pues el amor no puede ser usado.


9.4 De la misma manera has distorsionado toda relación, haciendo que sea real solo en la medida en que es usada por ti o para ti. En tu memoria de la creación, recuerdas que todas las cosas existen en relación y que todas suceden en relación. Así, has elegido usar la relación para probar tu existencia y lograr que sucedan cosas. Este uso de la relación nunca te proporcionará la prueba o la acción que buscas, porque la relación no puede ser usada.

9.5 Mira a tu alrededor la habitación en que estás sentado y quita su utilidad a todas las cosas que ves en ella. ¿Cuántas conservarías? Tu cuerpo también fue creado por su utilidad. Te hace a un lado a ti, así como ocurre con cada cosa de tu habitación, pues su utilidad la deja de lado. Pregúntate ahora: ¿para quién es útil tu cuerpo? La pregunta no se refiere a aquellos para quienes cocinas o limpias ni a aquellos cuyos cuerpos o mentes mejoras. La pregunta, en realidad, es ¿quién habrá visto un uso para un cuerpo como el tuyo antes de que fuese creado? ¿Qué clase de creador lo haría y con qué propósito?

9.6 Tú no creaste tu Ser, pero sí creaste tu cuerpo. Fue creado por su utilidad, al igual que todos los demás objetos que comparten el espacio que ocupas. Piensa por un instante en cuál puede haber sido la intención del creador de tu cuerpo. El cuerpo es una entidad finita, creada para sostenerse a sí misma pero también para destruirse a sí misma. Necesita mantenimiento constante, y ello requiere trabajo y esfuerzo. Cada centímetro de su superficie recibe y transmite información, pero también posee herramientas adicionales como los ojos y los oídos para incrementar la comunicación y controlar lo que entra y lo que sale. Es tan susceptible al dolor como al placer. Contiene los medios para la unión, pero para una unión solo de naturaleza temporal. Es capaz de ser violento y también amable. Nace y muere en estado de desamparo.

9.7 El cuerpo no puede evitar ser así, pues fue hecho con un doble propósito: constituir un yo separado para luego glorificarlo, y castigar a ese yo separado por la separación. Su creador tuvo en mente lo que el cuerpo refleja: engrandecimiento de sí mismo y exclusión, placer y dolor, violencia y amabilidad. Un deseo de saberlo todo pero solo a través del propio esfuerzo, un deseo de verlo todo pero solamente a través de sus propios ojos, un deseo de ser conocido pero solo mediante lo que elige compartir. Junto con estos deseos, resulta sencillo ver cómo se desarrolló el mundo del cuerpo. Junto con el deseo de saber coexiste el deseo de no saber. Junto con el deseo de ver coexiste el deseo de no ver. Junto con el deseo de compartir coexiste el deseo de ocultar. Junto con el deseo de vivir coexiste el deseo de no vivir más.

9.8 Siempre has sido tal como fuiste creado, pero esto es lo que elegiste hacer de aquello con lo que comenzaste. En otras palabras, tomaste aquello que siempre fuiste e hiciste esto de ti. No creaste de la nada ni usurpaste el poder de Dios. Tomaste lo que Dios creó y lo convertiste en una ilusión tan poderosa, que crees en ella en vez de creer en la verdad. Pero así como pudiste hacerlo, puedes deshacerlo. Esta es la elección que tienes ante ti: seguir creyendo en la ilusión que construiste, o comenzar a ver la verdad.

9.9 Ahora buscas aprender la manera de escaparte de lo que has construido. Para hacerlo debes retirarle tu fe. Todavía no estás preparado, pero tu corazón te pondrá en camino. Y al prepararte, caminas junto a aquel que te ha esperado con un solo propósito, en vez de junto a esos deseos conflictivos que elegiste para que te trajeran a este mundo extraño. Caminas con ligereza donde antes caminabas encadenado. Caminas con un compañero que te conoce tal como eres y que quiere mostrarte tu Ser
.
9.10 Contempla ahora tu cuerpo como antes contemplaste el espacio que ocupas. Si le quitaras al cuerpo su utilidad, ¿lo conservarías? Mientras tomas distancia y observas tu cuerpo, siempre con la visión de tu corazón, piensa para qué lo usarías. Lo que Dios creó no puede ser usado, pero lo que tú creaste, sí, pues su único propósito es el uso. Elige usarlo para regresar a tu verdadero Ser, y este nuevo propósito cambiará tanto su utilidad como su estado.

9.11 Todo uso se basa en la simple idea de que no tienes lo que necesitas. Mientras tus lealtades permanezcan divididas seguirás creyendo en ella. Mientras no retires toda tu fe de lo que tú has hecho, seguirás creyendo que sigue siendo útil para ti. Ya que este es el caso, y ya que no puede ser cambiado sin que tú estés dispuesto a cambiarlo, en vez de ignorar lo que has hecho, lo usaremos de otra manera. Debes tener en cuenta, sin embargo, que esto solo lo hacemos para ganar tiempo, pues tu verdadero Ser no tiene necesidad de usar nada.

9.12 Como ya hemos aclarado, lo más útil para ti ahora es la percepción de tu corazón. Tan pronto como deshagas tus ilusiones respecto de él, se te revelará la verdad, pues tus percepciones erróneas acerca del corazón están, de todos modos, más cerca de la verdad que cualquier otra cosa que tengas. La memoria de tu corazón es la más fuerte y pura que existe, y sus recuerdos te ayudarán a aquietar la mente y revelar el resto.

9.13 Regresamos entonces a la percepción de tus emociones y de todo lo que te hacen sentir. En tus sentimientos, especialmente en aquellos que no puedes nombrar, reside tu conexión con todo lo que existe. Esto es muy útil, pues lo que ya has nombrado y clasificado resulta mucho más difícil de desalojar e iluminar. Inclusive esos sentimientos que intentas nombrar y guardar en un casillero, y que has clasificado de tal o cual manera, no siempre se conforman con permanecer donde tú los colocaste. Parecen traicionarte cuando en realidad eres tú quien los ha traicionado al no dejarlos ser lo que en verdad son. Esto puede servirte como una muestra de en qué consiste todo el problema: no permites que nada de lo que existe en tu mundo, incluyéndote a ti mismo, sea tal como es.

9.14 Los sentimientos que parecen rebelarse con voluntad propia contra esta situación insana lo hacen guiados por recuerdos que tratan de revelarte la verdad. Te llaman desde un lugar que no conoces. El único problema es que el único que los escucha es tu yo separado, y, en sus intentos por interpretar lo que dicen, los distorsiona como hace con todo lo demás. Este yo separado siente la compulsión de calificar a los sentimientos como buenos o malos, apreciables o despreciables. Tu lenguaje ubica a la emoción un paso por detrás del temor en tu batalla por controlar o proteger lo que has construido.

9.15 El temor siempre subyace a muy corta distancia bajo la superficie de una situación porque subyace apenas bajo la superficie de tu yo. Si eliminas el primer nivel de lo que tus ojos te permiten ver, descubrirás que el miedo está al acecho. El siguiente nivel es el deseo de controlar o el deseo de proteger, según tu predisposición. En realidad ambos son lo mismo, solo que presentan rostros diferentes al mundo. Si, para los fines de nuestra exposición, el cuerpo es el nivel más superficial de tu yo y, por debajo de esa superficie, lo primero que encontramos es el miedo, de ese miedo procederá todo lo demás. Debería resultar fácil comprender que los deseos de controlar o proteger no existirían sin el sustrato de miedo que los precede.

9.16 El miedo, como todas las demás emociones, adopta muchos disfraces y recibe muchos nombres. Pero en realidad existen solo dos emociones: una es el miedo, la otra es el amor. El miedo es la fuente de toda ilusión, el amor es la fuente de la verdad.

9.17 ¿Cómo podría carecer de temor alguien que está separado de todos los demás? No tiene importancia que los demás también parezcan estar separados. Nadie cree que los demás estén tan separados como él. Siempre parece que otros tienen aquello de lo que uno carece y por tanto busca. Parecerías estar solo en tu fragilidad y falta de amor. Los demás no te entienden ni conocen, ni tú puedes entenderlos
.
9.18 Nada de esto es necesario, pues tú no estás separado. Las relaciones con las que pretendes poner fin a tu soledad pueden hacerlo si aprendes a verlas de otra manera. Como con todos los demás problemas de percepción, el miedo bloquea la visión de tu corazón, la luz que el Cristo en ti quiere hacer brillar sobre las tinieblas. ¿Acaso no puedes ver que, cuando elegiste la separación, también elegiste el miedo? El miedo es solo una opción, que puede ser reemplazada por otro tipo de elección.

9.19 Hemos dicho a menudo que causa y efecto son en verdad lo mismo. El mundo que ves es un efecto del miedo. Todos sentimos compasión de un niño atormentado por pesadillas. El deseo más ferviente de todo padre sería poder decirle al niño, de la manera más fehaciente, que no hay nada que temer. Sin embargo, la edad no te ha quitado el miedo, ni ha logrado que tu sueño de vida deje de ser una pesadilla. Aun así, son pocos los momentos de compasión que te concedes, y cuando estas escasas ocasiones se presentan, rápidamente las reemplazas con afanes prácticos. Mientras no tienes reparos para disipar la pesadilla de un niño, no encuentras la manera de disipar la tuya. Escondes el miedo bajo la superficie y tras cada una de las etiquetas que le pones, en un intento desesperado por no verlo más. Vivir con miedo es en verdad una maldición, y una que intentas decirte que no existe. Entonces vuelcas tu mirada hacia otros, hacia quienes viven en países arrasados por la guerra o en vecindarios asolados por la violencia. Hay razones para tener miedo, te dices; pero no aquí.

9.20 Esta es la única manera en que has sido capaz de aliviar la pesadilla de una vida con temor. Proyectas el miedo hacia afuera de ti, lejos, sin ver que conservas aquello que proyectas, sin ver que los signos exteriores del temor son solo reflejos de lo que llevas dentro.

9.21 Piensa ahora en alguien que hayas identificado con la vida de temor que tú niegas estar viviendo. Imagina que puedes sacar a esa persona de ese lugar oscuro y peligroso. Tiene frío, por lo que enciendes un fuego y le das una manta abrigada para sus piernas. Tiene hambre, por lo que le preparas una comida abundante. La existencia de esa persona se desarrolla en la violencia que tú mantienes fuera de tu casa, y desde tu santuario interior le das un momento de respiro de la guerra que arrecia allá afuera. Todo tu comportamiento e incluso tus fantasías dan testimonio de que crees que la ausencia de frío implica calor, que la ausencia de hambre es satisfacción, que la ausencia de violencia es paz. Crees que si puedes proporcionar aquellas cosas que son lo opuesto de lo que no quieres para ti, logras mucho. Pero el fuego solo provee calor mientras se aviva, una comida solo proporciona satisfacción hasta que existe necesidad de otra, tu puerta cerrada solo te ofrece seguridad mientras la frontera que marca es respetada. Reemplazar lo transitorio con lo transitorio no es una respuesta.

9.22 Tal vez pienses que esto que acabo de decir es lo opuesto de la instrucción dada en la Biblia. Allí se te insta a dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento y recibir al extraño. Más aún, dice que cuando haces esto con otra persona, a mí me lo haces. ¿Acaso piensas que yo necesito una comida, un vaso de agua o alojamiento? Cuando estás atrapado en la ilusión de la necesidad, no hay duda de que estos actos de caridad tienen valor, pero este valor es pasajero. Mis palabras te llaman a lo eterno, al alimento y el descanso del espíritu. Que dirijas tu vista solo al cuidado del cuerpo es un ejemplo más de un reemplazo por lo opuesto.

9.23 ¿Acaso no es esa tu manera de resolver todos los problemas que enfrentas? Ves aquello que no quieres, e intentas reemplazarlo con lo opuesto. Tu vida, entonces, se te va en una lucha contra lo que tienes, para conseguir lo que no tienes. Para aclarar esto basta un ejemplo. Sientes una carencia, entonces deseas. Quieres, quieres y quieres. Estás convencido de que no tienes lo que necesitas, por tanto, te colocas continuamente en el lugar de la necesidad. En consecuencia, pasas tu vida tratando de satisfacer tus necesidades. Para la mayoría esto adopta la forma del trabajo. Así es como te pasas la vida trabajando para satisfacer tus necesidades y las de tus seres queridos. ¿Qué harías con tu vida si no tuvieses necesidades que satisfacer? ¿Qué harías con tu vida si no tuvieses temor? Estas dos preguntas son en realidad la misma.

9.24 El único reemplazo que habrá de satisfacer tu búsqueda es el reemplazo de la ilusión con la verdad, el reemplazo del temor con el amor, el reemplazo de tu yo separado por tu Ser real, el Ser que mora en la unidad. Lo que te lleva a intentar cualquier otro tipo de reemplazo es tu conocimiento de que el verdadero va a ocurrir. Puedes continuar de la misma manera, esperando siempre que el próximo reemplazo sea el que te proporcione lo que deseas, o puedes decidirte por el único reemplazo que sirve.

9.25 Solo se te pide que renuncies a tu insana noción de que estás solo. Hablamos aquí del cuerpo solamente porque es lo que tú eriges como prueba de la validez de esta noción demente. También es la prueba que garantiza una vida de temor. ¿Cómo no podrías temer por la seguridad de un hogar tan frágil como el cuerpo? ¿Cómo podrías negarte a proveer la próxima comida para ti y tus seres queridos? No ves de qué es de lo que te quieren apartar todas esas distracciones relativas a la satisfacción de necesidades.

9.26 Sin embargo, la misma realidad que has construido —la realidad de que no puedes tener éxito al hacer aquello en lo que te esfuerzas constantemente por hacer— es una situación establecida para proporcionar la relación. Así como todas las demás cosas que recuerdas de la creación, y que hiciste a su imagen, así es también esto. Al hacer de ti un ser separado y solo, también has hecho necesario que, para sobrevivir, necesites estar en relación. Sin relación tu misma especie dejaría de existir; más aún, toda la vida se extinguiría. Es obvio entonces que debes ayudar a tu hermana y a tu hermano, pues ellos son como tú, y son tu posibilidad de comprender la eternidad, aun dentro de la falsa realidad que has construido.

9.27 Volvamos al ejemplo de saciar el hambre de tu hermana y la sed de tu hermano. No se trata solamente de una lección sobre la satisfacción del hambre y la sed del espíritu, sino también una lección sobre la relación. En la satisfacción de la necesidad de otra persona, se produce una relación que le confiere al gesto un valor perdurable. Tu voluntad de decir: “Hermano, no estás solo” constituye el mayor beneficio de la situación no solo para tu hermano, sino también para ti. Cuando dices: “Hermana, no estás sola”, el hambre y la sed del espíritu se satisfacen en la plenitud de la unidad. Al darte cuenta que no estás solo, tomas conciencia de tu unidad conmigo y comienzas a desplazarte del temor al amor
.
9.28 No eres tu propio creador. Esta es tu salvación. Tú no has creado algo de la nada. Empezaste con algo, y ese algo es lo que Dios creó, y permanece siendo tal y como Dios lo creó. No es necesario que fuerces tus creencias más allá de estas simples afirmaciones. ¿Son acaso tan imposibles que no puedes aceptarlas? ¿Es tan imposible imaginar que aquello que Dios creó resultó distorsionado por el deseo de que tu realidad fuese distinta de como es? ¿Acaso no has sido testigo de la manera en que esta distorsión sucede en la realidad que ves? ¿No es esta la historia del hijo o hija que derrocha todos los bienes que le fueron dados por no verlos, o por distorsionar su utilidad?

9.29 Ustedes son las hijas e hijos pródigos, constantemente invitados a regresar al hogar, al abrazo de bienvenida del Padre.

9.30 Piensa en tu computadora, en tu automóvil o en cualquier otra cosa que uses. Sin usuario, ¿ellas tendrían alguna función? ¿Serían algo? Un automóvil abandonado y sin alguien que lo use podría convertirse en un hogar para una familia de ratones. Una computadora podría cubrirse con una tela, y recibir encima un florero. Alguien que no sabe para qué sirve podría usarla para lo que se le ocurriera, pero jamás intercambiaría su papel con el de ella [como se hace al asignarle voluntad a una computadora]. En un accidente no se le puede echar la culpa al automóvil por los errores cometidos por el usuario. Sin embargo, este cambio de roles se asemeja a lo que has querido hacer, y es como echarle la culpa del accidente al automóvil. Tú has intentado intercambiar roles con el cuerpo, diciendo que este te usa a ti, y no lo contrario. Lo haces a partir de la culpa, para tratar de depositarla en algo exterior a ti. “Mi cuerpo me llevó a hacerlo” es como la excusa de un niño con un amigo imaginario. De esta manera, el niño anuncia que su cuerpo está fuera de su control. ¿Qué es tu ego sino un amigo imaginario para ti?

9.31 Hijo de Dios, no necesitas un amigo imaginario cuando tienes a tu lado a aquel que es tu amigo para siempre, y que te mostrará que no tienes necesidades. Aquello que realmente eres no puede ser usado, ni siquiera por Dios. ¿Acaso no ves que solo en la ilusión puedes usar a tus semejantes?

9.32 Aprendes el concepto de usar a los demás a partir la realidad que has construido, en la cual usas el cuerpo que tú llamas hogar y que identificas como tu ser. ¿Cómo pueden ser uno y lo mismo aquel que usa y el objeto usado? Esta locura hace que el propósito de tu vida parezca útil. Cuanto más útil sea tu cuerpo para ti y para otros, más valor le adjudicas. Han pasado eones desde el comienzo de la creación, y aún no has aprendido la lección de las aves del cielo y las flores del campo. Han pasado dos mil años desde que se te dijo que observaras esta lección. Los lirios del campo no siembran ni cosechan, y sin embargo nada les falta. Las aves del cielo viven para cantar de alegría. Tú también.

9.33 La voluntad de Dios para ti es la felicidad, y nunca ha sido de otro modo. La creación de Dios es para la eternidad, y no tiene ninguna utilidad para el tiempo. El tiempo también es construcción tuya, otra idea de uso, y que se salió de quicio, pues una vez más permitiste que una cosa hecha para tu uso se convirtiera en el usuario. Con tus propias manos entregas toda tu felicidad y poder a aquello que tú mismo hiciste. Importa poco si al hacerlo imitaste aquello que tu imperfecta memoria recuerda de la creación de Dios. Solo Dios puede conceder el libre albedrío. Y al entregarle tu poder a cosas como tu cuerpo y a ideas como el tiempo, tu imitación del don del libre albedrío queda tan falsamente depositada en la ilusión, que no puedes ver su locura. El cuerpo no tiene uso para tu poder y el tiempo no fue hecho para la felicidad.

9.34 El libre albedrío que Dios te dio es el que te ha permitido construirte a ti mismo y a tu mundo de acuerdo con tu voluntad. Ahora miras ese mundo con culpa, y lo ves como evidencia de tu naturaleza maligna. Refuerza tu idea de que has cambiado demasiado como para volver a ser digno de tu verdadera herencia. Y a esta temes arruinarla. La única cosa que te probaría como heredero sería si pudieras arreglarte y arreglar el mundo, restaurándolo a una condición previa que imaginas que conoces. En este escenario, Dios se parece más a tu banquero que a tu Padre. Estás más dispuesto a demostrarle a Dios que “tú puedes lograrlo”, antes que a pedirle Su ayuda.
9.35 Mientras no quieras ser perdonado no sentirás la caricia amable del perdón sobre ti y tu mundo. Y aunque en realidad este perdón no es necesario, así como tampoco es real ese gran cambio que crees haber atravesado, el deseo de ser perdonado es el primer paso para dejar atrás la creencia de que puedes arreglar las cosas por ti mismo y, al hacerlo, ganarte el regreso a la casa del Padre. Estar dispuesto a ser perdonado precede a la restauración, el estado en el cual te permites a ti mismo que tus errores sean corregidos. Estos errores no son los pecados de que te acusas, sino simplemente tus errores de percepción. La corrección, o restauración, te devuelve a tu estado natural, donde mora la verdadera visión, y el error y el pecado desaparecen.

9.36 Tu estado natural es la unión, y cada vez que te unes en una relación sagrada, parte del recuerdo de esa unión regresa a ti. En cada relación especial que empiezas buscas este recuerdo de tu divinidad, pero tu verdadera búsqueda queda oculta debido a la interferencia del concepto de uso. Mientras tu corazón busca la unión, tu yo separado busca lo que pueda servirle para llenar el vacío y aliviar el terror de la separación. Lo que tu corazón busca en el amor, lo encuentra; pero tu yo separado trata de impedirlo convirtiendo cada situación en un medio para servir a sus fines. En la medida en que ves la unión como un medio para evitar la soledad, no la ves como aquello que es en realidad.

9.37 Has puesto límites a todas las cosas de tu mundo. Y estos límites demarcados por la utilidad bloquean el regreso de tu memoria. Una relación de amor, aunque sea un gran logro debido a la intimidad que alcanzas con un hermano o hermana, aún está limitada por lo que tú pretendes. Su propósito es compensar una carencia. Esta es tu definición de plenitud. Encuentras en otra persona lo que a ti te falta, y juntos compartís la sensación de completarse.

9.38 Una vez más, se trata de una distorsión de la creación. Recuerdas que la plenitud se logra mediante la unión, pero no recuerdas cómo. Has olvidado que solo tú puedes realizarte. Crees que si juntas varias partes puedes armar el todo. Hablas de equilibrio, y para una de tus partes intentas buscar algo en un cierto lugar, y luego para otra parte de ti buscas otra cosa en un lugar distinto. Algo consigue cubrir tu necesidad de amistad… y otra cosa tu necesidad de estímulo intelectual. En una actividad expresas tu creatividad, y en otra tu espiritualidad. Como una cartera de inversiones, crees que diversificar los distintos aspectos de ti mismo protege tus bienes. Tienes miedo de “poner todos los huevos en una canasta”. Crees buscar un equilibrio entre las cosas que calificas como trabajo aburrido, y lo que calificas como diversión. Al hacerlo, crees usar tu tiempo con inteligencia y te calificas como “individuo sensato”. A medida en que no busques nada más que esto, no te darás cuenta de otra cosa.

9.39 Buscar lo que has perdido en otras personas, lugares y cosas, no es más que un signo de que no entiendes que lo perdido aún te pertenece. Extrañas lo que has perdido, pero no se ha ido. Lo que has perdido está oculto para tus ojos, pero no ha desaparecido ni se ha extinguido. Lo que has perdido es valioso, y tú lo sabes, pero no sabes qué es. Una sola cosa es segura: cuando lo encuentres sabrás que lo has hallado. Te brindará felicidad, paz, contento y un sentido de pertenencia. Te hará sentir que tu tiempo aquí no ha sido en vano. Sabes que cualquiera que haya parecido ser el propósito de tu vida, si en tu lecho de muerte no has encontrado lo que buscaste, no te irás en paz, sino con una profunda desesperación y un profundo miedo. No hallarás esperanza en lo que pudiera haber más allá de la vida, pues no has encontrado esperanza alguna en la vida.

9.40 Tu búsqueda de lo ausente se convierte entonces en tu carrera contra la muerte. Lo buscas aquí y allá y te apresuras de una cosa a la siguiente. Corres esta carrera en soledad, a la espera de una victoria individual. No te das cuenta de que si te detienes y tomas la mano de tu hermano, tu marcha se convertirá en un valle lleno de lirios, y hallarás tu Ser del otro lado de la línea de llegada, finalmente capaz de descansar.

9.41 La idea de descansar en paz es para los vivos, no para los muertos. Pero mientras sigas corriendo, no lo sabrás. La competencia por el logro individual se ha convertido en el ídolo que glorificas, y no necesitas ir demasiado lejos para comprobarlo. Esta idolatría te enseña que la gloria es para unos pocos, por lo que te preparas en la línea de salida, y apuestas por la gloria. Corres la carrera tanto como puedes y, ganes o pierdas, tu participación es la ofrenda que le haces al ídolo. Y cuando llegas al punto en que no puedes correr más, te inclinas ante los que han alcanzado la gloria; ellos se convierten en el ídolo y tú en el súbdito que miras con envidia y asombro lo que hacen. Les rindes homenaje. Les dices: “Me gustaría ser como tú”, y delegas en ellos la plenitud al mismo tiempo que abandonas toda esperanza de plenitud real en tu vida. Te entretienes, conmueves o excitas. Te diviertes viendo cómo los gladiadores se matan entre sí. En esto, tu noción de uso se despliega hasta en sus más horribles detalles.

9.42 ¿Qué es esto sino una demostración, en una escala más amplia, de lo que vives cada día? Toda sociedad, grupo, equipo u organización es un retrato colectivo del deseo individual. Los esclavos y los amos se usan unos a otros y la misma ley sujeta a ambos. ¿Quién es amo y quién esclavo en este cuerpo que llamas hogar? ¿Qué libertad tendrías sin las exigencias que el cuerpo te impone? Lo mismo podría preguntarse acerca de este mundo que ves como hogar de tu cuerpo. ¿Quién es amo y quién esclavo cuando ambos están sujetos por la misma atadura? La gloria que confieres a los ídolos es también una atadura. Sin tu idolatría su gloria dejaría de existir, por lo que ellos también viven en el temor igual que lo hacen quienes los idolatran.

9.43 El uso, cualquiera que sea su forma, conduce a la atadura. En consecuencia, percibir un mundo basado en el uso es ver un mundo donde la libertad resulta imposible. Aquello para lo cual necesitas a tu hermano o hermana se fundamenta en la premisa insana de que la libertad puede ser comprada, y que el amo es más libre que el esclavo. Aunque esto sea una ilusión, es la ilusión buscada. El precio es la utilidad, por lo que cada relación se convierte en un regateo donde entregas tu utilidad a cambio de la de otro. Un empleador tiene un uso para tus capacidades, y tú tienes un uso para el salario y los beneficios que el empleador ofrece. Un cónyuge es útil de diversas maneras que complementan las áreas en las que tú eres útil. Una tienda te proporciona bienes que tú utilizas, y tú le provees de capital que su propietario utilizará. Si posees belleza o talento artístico o deportivo utilizable, te sientes afortunado. Un rostro bonito y un cuerpo en forma pueden intercambiarse por mucho. No es ningún secreto que vives en un mundo de oferta y demanda, donde a partir del concepto simple de individuos que necesitan de la relación para sobrevivir se desarrolló una compleja red de uso y abuso [o maltrato].

9.44 El maltrato es un uso impropio, en una escala que torna obvia la locura del uso tanto para quien usa, como para quien es usado. Observa los patrones del abuso en todo, tanto en las drogas y el alcohol, como en el maltrato físico y emocional. Como los ejemplos de tu vida diaria, estos también son demostraciones de deseos internos llevados al extremo, solo que en vez de reflejarse en el grupo se reflejan en el individuo. Si se comprendiera qué es lo que refleja el maltrato, los individuos que están presos de él le harían un servicio al mundo. Como todo extremo, simplemente señala lo que en instancias menos extremas es lo mismo: el uso es impropio.

9.45 Lo que hace impropio al uso es su propósito. El Espíritu Santo puede guiarte para que uses las cosas que has hecho de forma que beneficien a todos. Esta es la distinción entre uso propio e impropio, o uso y abuso. Tú usas para beneficio del yo separado. Cuando esto se magnifica, la fuerza destructiva del abuso se torna evidente. Nuevamente depositas la culpa fuera de ti, y acusas a las drogas, el alcohol, el tabaco, el juego e incluso los alimentos de ser fuerzas destructivas. Es como culpar al automóvil por el accidente, es confundir usuario y usado. Toda la confusión surge de tu renuncia a tu propio poder y de la entrega de este a las cosas que tú mismo has construido.

9.46 Voy a insistir en que este es un intento erróneo de seguir el camino de la creación. Dios dio poder a sus creaciones y tú quieres hacer lo mismo. Tu intención no es mala, pero está orientada por la culpa y el falso recuerdo del yo separado. Tanto como deseas autonomía de Dios, sigues culpando a Dios por crear una situación en la que crees que puedes lastimarte. ¿Cómo puede permitir Dios todo este sufrimiento?, preguntas. ¿Por qué te tienta con fuerzas tan destructivas, con fuerzas que escapan a tu control? ¿Por qué no creó Dios un mundo benigno que no pueda lastimarte?

9.47 Sin embargo, así es el mundo que Dios creó: un mundo tan amoroso y pacífico que cuando vuelvas a verlo llorarás de alegría y olvidarás de inmediato la tristeza. No habrá recuerdos que te produzcan remordimiento ni lamentarás los años en que no lo viste. Habrá simplemente un alegre ” ¡Ah!”, como si algo olvidado hace mucho regresara a ti. Te reirás de los juegos infantiles a los que jugabas. Tu inocencia aparecerá con toda claridad y nunca volverás a olvidar que el mundo que Dios creó te pertenece a ti, y tú a él.

9.48 Todos tus desvaríos serán vistos como lo que son. Todos tus deseos quedarán revelados como solamente dos: el deseo de amar y el deseo de ser amado. ¿Por qué esperar para ver que son solo estos dos deseos los que te inducen a tener todas esas extrañas conductas que adoptas? Aquellos que se entregan al maltrato no hacen más que llamar con voz más alta al mismo amor que buscan todos. No merecen un juicio, pues aquí todos sois maltratadores, para empezar, contra vosotros mismos.

9.49 En un mundo regido por el uso, los intentos por modificar las conductas abusivas no tienen sentido. Los fundamentos del mundo deben cambiar, y el estímulo para el cambio está dentro de ti. El uso ha reemplazado a la unión. En vez de reconocer tu unión, un estado en el que te sientes completo porque estás unido a todo, has decidido vivir apartado y usar al resto como sustento de tu separación. ¿Puedes ver la diferencia entre estas dos posiciones? ¿De qué manera tu camino es mejor que el camino que Dios creó para ti totalmente libre de conflictos? A pesar de tus bravos intentos por permanecer separado, necesitas usar a tus hermanos y hermanas a fin de mantener la ilusión de separación. ¿No sería mejor terminar con esta farsa y admitir que no fuiste creado para la separación sino para la unión? ¿No sería mejor desprenderte de tu temor a la unión, y al mismo tiempo desprenderte de tu compulsión al uso?

9.50 ¡Qué diferente sería el mundo si al menos por un día reemplazaras el uso por la unión! Pero antes de que puedas empezar, necesitamos ampliar estas lecciones que estás aprendiendo mediante la observación de tu propio yo. Pondremos al descubierto la ilusión de que puedes ser usado por tu cuerpo, pues la idea de que puedes ser usado por algo como esto, conduce a todas las demás ideas sobre el uso.
 imagen corazón en círculo