viernes, 5 de septiembre de 2014

INTRODUCCION A UN CURSO DE AMOR


Un curso de amor. Introducción  

[Un curso de amor fue transmitido a Mari Perron. Para más información y listado de entradas, ver índice de entradas; puntos 4 y 5]
Introducción
Un curso de amor es una invitación a “compartir quien eres y así, ser quien eres”.
Este curso fue escrito para la mente, pero solo para que esta pueda dirigir una llamada al corazón. Para llevarla a escuchar; para que pueda aceptar confusión. Para que termine su resistencia al misterio, su búsqueda de respuestas, y para volver a enfocarla hacia la verdad y más allá de lo que puede ser aprendido solo por la mente.
Lo que la mente aprende solo consigue reorganizar la realidad. La mente se agarra entonces a esa nueva realidad como si fuera un nuevo conjunto de reglas sin posible cambio. Contempla la realidad mediante esos nuevos constructos mentales, y llama “nueva” a esta manera de ver. Entonces, para sostener su nueva realidad, insiste necesariamente en que otros sigan esas nuevas reglas. La verdad, dice, ha sido encontrada, y está “aquí”, en estas nuevas reglas, y no en aquellas viejas. La mente entonces te dirá cómo debes sentirte de acuerdo a sus reglas, y se resistirá a todas las maneras de sentir o de ser que parezcan contravenir esas reglas, como si mediante ellas ya conociera cómo son las cosas.
La mente hablará de amor y, no obstante, mantendrá su corazón prisionero de sus nuevas reglas, sus nuevas leyes, y todavía dirá: “esto es lo correcto”, y “esto es lo incorrecto”. Hablará de amor y no verá su intolerancia o sus juicios. Hablará de amor para ser amable, con total sinceridad, pese a que la propia lógica que está usando, aunque nueva, herirá en el corazón a los más tiernos, a aquellos más llamados por el amor y su dulzura.
Crees que para poder compartir debes ser capaz de hablar el mismo lenguaje, y así, regresas al lenguaje de la mente, con su precisión. La mente odia tanto estar confundida, abierta, permanecer abierta, y no saber… que desea anclas a las que agarrarse por algún lado, para, agarrada en ellas, poder sufrir las corrientes del batiente mar del cambio. La mente regresa siempre adonde se sienta a salvo y segura de sí misma, y, por tanto, termina yendo a ninguna parte, sin ver transformación o creación alguna, sin ver el nuevo horizonte que podría desafiar su realidad.
La mente no puede mantener abiertas las puertas del corazón, y no obstante vamos hacia adentro, hacia la mente, y le mostramos dónde reside su apertura, su dulzura… dónde se encuentra el conocimiento del amor. Todo lo que la mente puede hacer es reorganizar la realidad y mantenerla estancada y presa, sujeta a reglas. Las leyes del amor no son así; no son reglas, hechos o respuestas correctas. Las leyes del amor brindan libertad espiritual, la libertad que reside más allá de la creencia, del pensamiento, más allá de la adhesión a ninguna autoridad que no sea la del propio corazón.
El corazón se necesita para guiar a la mente de una manera tal que ya no desee ser guiada, de una manera que es la de la unión, que no permita la actitud de la mente separada, sus reglas, o sus respuestas correctas. El corazón se necesita porque es quien tú eres y donde tú estás, y responde en amor a aquello que es uno con él mismo. Somos un corazón.
Somos una mente. El camino a la unicidad y a la unión, hacia una vida que acepte unicidad y unión, hacia una humanidad recobrada en su plenitud, pasa por el corazón de la mente.
Este curso les parecerá curativo a algunos, fácil o complejo a otros. La mente puede decir, “Sí, sí, ya sé. Dime algo que no sepa”. La mente puede vacilar ante las contradicciones, aferrarse a verdades conocidas, comparar esta sabiduría con otra. La mente intentará entender con su propia lógica y luchará contra la lógica del corazón. La mente buscará nuevas reglas y quizás esté dispuesta a reorganizar su realidad una vez más.
La mente es su propia realidad. No puedes escapar de la realidad de la mente con la mente. No puedes aprender cómo escapar de la realidad de la mente con el patrón mental del aprendizaje o de la lógica. No puedes vivir en un mundo nuevo y fresco conservando la realidad de la mente.
No hay un “cada uno” a quien se le pueda hablar, a quien darle estas palabras. No se le están mostrando estas palabras a una sola mente, a una mente solitaria, a una mente separada. Estas palabras se envían de corazón a corazón, desde Un Solo Corazón a Un Solo Corazón.
“Cada uno” es solo un concepto. Estas palabras son dadas a Cada Uno. Son escuchadas solo por cada “único”, con lo cual quiero decir en la santidad del Único Corazón. Somos un solo corazón. Somos una mente. Unidos en plenitud de corazón, en incondicionalidad, somos el cielo del mundo. Reemplazamos la amargura con la dulzura. Moramos en la realidad de Un Solo Corazón, la cuna de la creación, la cuna de lo nuevo.
Lo nuevo no es aquello que siempre ha existido. No es lo que puede predecirse. No es lo que puede ser formado y mantenerse inmaculado. Lo nuevo es el despliegue amoroso de la creación. Lo nuevo es la expresión del amor. Es la verdadera sustitución de lo falso, la desaparición de la ilusión, el gozo nacido de en medio de la tristeza. Lo nuevo está aún por ser creado, de Un Solo Corazón hacia Un Solo Corazón.
Este es un curso para el corazón. La cuna de lo nuevo.

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